El Ministerio Facultativo, Guia del Mentor, MG15
2 6 8 /
E L M I N I S T E R I O F A C U L T A T I V O
El concepto que Dios se revela al “hablar” o por medio de “palabras” es tan poderoso que es usado como metáfora por Dios en su Hijo. Por esta razón en Hebreos 1 leemos: “Dios habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo”; Pablo escribe de Jesús que él “predicó paz”; y Juan lo describe como “la Palabra” (Heb. 1.1–2; Ef. 2.17; Juan 1.1). Dios usa palabras para revelar la Palabra. Escrito está. Muchas palabras de Dios han quedado registradas para futuras generaciones. Moisés no sólo habló al pueblo de Israel las palabras que Dios le dictaba, sino que las escribió, para que generaciones posteriores, quienes eran constituidas como el pueblo de Dios a causa de los mismos actos de salvación, pudieran recordar el pacto de Dios con ellos. Los sermones de Moisés en los llanos de Moab fueron escritos, no sólo para los oyentes inmediatos, sino también para las generaciones venideras del pueblo de Dios. Cuando estos antiguos escritos son redescubiertos, leídos y obedecidos, como en los tiempos de Josías y Esdras, nos sentimos reanimados. Las palabras de Dios fueron escritas para nosotros “a quienes han alcanzado los fines de los siglos” (1 Co. 10.11). Por ser parte del pueblo de Dios heredamos sus promesas, pactos y advertencias. En tiempos del NT, algunas de las enseñanzas de Jesús y sus seguidores fueron escritas para el beneficio no sólo de los lectores originales sino también de las siguientes generaciones del pueblo de Dios. Todas esas palabras son presevadas, o escrituradas, para el pueblo de Dios de los últimos días, es decir, todos aquellos que recibieron al Señor en su primera venida de Jesús hasta el día de su retorno. Así como los actos salvadores de Dios están completos, también lo está la revelación verbal que los explica. Predica la Palabra . El llamado a predicar la palabra se escucha en forma diferente a lo largo de la Biblia. Abraham como profeta enseñaba a su familia, mientras Moisés el profeta hablaba, escribía y leía las palabras de Dios para Su pueblo. Los sacerdotes del antiguo pacto tenían que servir en la enseñanza de la ley dada por Moisés, y los profetas aplicaban la ley a sus propias generaciones. Hombres y mujeres sabios enseñaban a otros el camino de la sabiduría; los discípulos de Cristo predicaban el Reino de Dios; apóstoles, pastores y maestros hablaban la verdad a fin de llevar a la gente a la fe en Cristo y hacer que maduren aquellos que ya lo habían recibido. La gran necesidad de la iglesia pos-apostólica es de maestros que enseñen la verdad y refuten el error. Los creyentes comunes
Made with FlippingBook Publishing Software