El Ministerio Facultativo, Guia del Mentor, MG15

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E L M I N I S T E R I O F A C U L T A T I V O

urbanas hoy día? ¿Puede uno ignorar el drama, el mundo de las imágenes, metáforas y símbolos, y todavía ser efectivo al comunicar las verdades bíblicas, la historia que predicamos al mundo y a la iglesia?

Nunca sin una invitación

El contenido del evangelio demanda respuesta y acción: arrepentimiento, rendición, obediencia, fe, transformación. Predicar la Palabra dejando de lado este concepto, ha acarreado a muchos, tanto desde los púlpitos como desde los asientos, a ver la predicación como meramente informativa en lugar de esperar el desafío para una transformación y formación en Cristo . Los bautistas y algunas congregaciones tradicionales, por muchos años, han definido la predicación de la Palabra como una “invitación al discipulado”, donde el oyente, perdido o salvo, es animado a responder a la Palabra hablada, en ese preciso momento , y bajo el poder convincente del Espíritu Santo. Aunque esta práctica ha sido abandonada en muchas iglesias evangélicas actuales, sigue dentro de la liturgia de muchas congregaciones bautistas. Mantienen una razón sólida para esto. Ellos visualizan la predicación de la Palabra como algo de tanta importancia que no puede ser presentada sin invitar a las personas a responder a ella; en muchas de estas congregaciones se toma la siguiente hora para discutir acerca del sermón y sus implicaciones. Estas iglesias se basan en que cada vez que la Palabra es predicada, el Espíritu Santo comienza a obrar y puede elegir tocar el corazón de una persona, la cual sin una invitación previa a la acción y reconocimiento, podría haberlo ignorado completamente. ¿Qué cree acerca del papel de esta clase de invitación, tanto para aquellos que no creen como para aquellos que ya son cristianos? ¿Debemos tener siempre que la Palabra de Dios es predicada una invitación al discipulado? ¿Por qué sí o por qué no? El Espíritu Santo de Dios, el cual inspira e ilumina la Palabra escrita de Dios, es central en cada dimensión de un ministerio efectivo de predicación. Separada del Espíritu Santo, la Palabra predicada no producirá frutos espirituales y permanecerá inefectiva, siendo ignorada por aquellos que la escuchan. El Espíritu Santo obra a través de individuos que Él mismo elige, es decir, aquellos que han obedecido al llamado específico de Dios a predicar, que confían en el poder de la Palabra de Dios para salvación y trasformación y que persiguen una maestría en la Palabra a través de un estudio disciplinado y una aplicación de lo aprendido, a la vez que buscan salvar e influir en otros. En la predicación, el Espíritu Santo supervisa e influye las posibilidades espirituales, tanto del predicador como del oyente. Arruina los planes del diablo de velar y cegar el

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Reafirmación de la tesis de la lección

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