El Ministerio Facultativo, Libro De Notas Del Estudiante, SW15

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E L M I N I S T E R I O F A C U L T A T I V O

Santo para convencer de pecado, justicia y juicio (Juan 16.7-11), no habrá fruto alguno. Toda la gracia transformadora debe provenir de Dios, no de nosotros. Por supuesto, no decimos con esto que debemos dejar de usar nuestras fuerzas para prepararnos y preparar a otros para la tarea del ministerio; sino que reconocemos aquello que debe ocurrir antes que el fruto sea recogido por Dios. 1 Co. 3.5-9 -“¿Qué pues, es Pablo, y qué es Apolos? Servidores por medio de los cuales habéis creído; y eso según lo que a cada uno concedió el Señor. [6] Yo planté, Apolos regó, pero el crecimiento lo ha dado Dios. [7] Así que el planta es algo, ni el que riega sino Dios, que da el crecimiento. [8] Y el que planta y el que riega son una misma cosa; aunque cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor. [9] Porque nosotros somos colaboradores de Dios y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios”. Es necesario que al prepararnos para el ministerio, debamos enfrentar varias barreras, dificultades y desafíos, pero el dios de este siglo es un enemigo de características diferentes, uno que sólo nuestro trino Dios es capaz de enfrentar y vencer. Dependamos cada vez más de Él, sabiendo que es el único que puede dar luz al entendimiento de los incrédulos para que, al igual que nosotros, vean la gloria de Dios resplandeciente en el rostro de Jesucristo. Prestemos atención a la gran sabiduría de Pablo en Corintios:

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Luego de recitar y/o cantar El Credo Niceno (ubicado en el apéndice), ore lo siguiente:

El Credo Niceno y oración

Dios fiel y eterno, oramos por nuestro pastor. Concédele la gracia de hablar con valentía, para proclamar tu Palabra sin temor, a tiempo y fuera de tiempo, haz que sea un fiel administrador de tus misterios. Aférralo a lo único necesario y dale fortaleza para el ministerio. Además, abre nuestros corazones para que podamos escuchar tu Palabra con agrado y nunca cansarnos de obedecer tu santa voluntad; en el nombre de Jesucristo nuestro Señor. Amén.

~John W. Doberstein, ed. A Lutheran Prayer Book . Philadelphia: Fortress Press, 1960. p 100.

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