Fundamentos de Liderazgo Cristiano, Guia del Mentor, MG07
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F U N D A M E N T O S D E L I D E R A Z G O C R I S T I A N O
Ef. 3.7-8 - Del cual yo fui hecho ministro por el don de la gracia de Dios que me ha sido dado según la operación de su poder. [8] A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los santos, me fue dada esta gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo. Qué increíble privilegio es el de sacrificarse y sufrir por el cuerpo de Cristo, la Iglesia, y misteriosamente a través de nuestros sufrimientos “completar lo que falta” de las aflicciones de Cristo por su pueblo. Verdaderamente, éste es un privilegio, un honor, y una gran bendición, en la cual representamos al Señor Jesús en forma tal, que nuestro Señor es honrado a través de lo que sufrimos por su pueblo. Éste es el desafío de todos los que nos sacrificamos por el pueblo de Dios. A pesar de las muchas cosas que suframos por cuidar el bienestar de otros creyentes, aceptamos estos sufrimientos y nos relacionaremos a ellos por tratarse de alguna manera de los sufrimientos del Señor por su pueblo. Y verdaderamente, pueda nuestro querido Señor, proveernos siervos que guíen la iglesia con el mismo dinamismo espiritual y visión de los apóstoles cuando fueron deshonrados a causa del evangelio y la Iglesia. Hechos 5.41-42 - Y ellos salieron de la presencia del concilio, gozosos de haber sido tenidos por dignos de padecer afrenta por causa del Nombre. [42] Y todos los días, en el templo y por las casas, no cesaban de enseñar y predicar a Jesucristo.
Después de repetir y/o cantar El Credo Niceno (localizado en el Apéndice), haga la siguiente oración
El Credo Niceno y oración
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Una oración por el obispo . . .
A ti, oh Padre, abrimos nuestros corazones; te pedimos llenes el corazón de éste tu siervo a quien has escogido para ser un obispo de tu iglesia, por su amor a ti y a tu pueblo, que pueda él alimentar y atender al rebaño de Cristo, y ejercitar sin reproche el alto sacerdocio al cual lo has llamado, sirviendo delante de ti de día y de noche en el ministerio de la reconciliación, declarando perdón en tu Nombre, ofreciendo los santos dones, y sabiamente supervisando la vida y el trabajo de la iglesia. Con todas estas cosas, permítenos presentar ante ti la aceptable ofrenda de una vida pura, amable y santa, a través de Jesucristo tu Hijo, al cual contigo y el Espíritu Santo, sea dada la honra, el poder y la gloria en la iglesia, ahora y siempre.
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