Fundamentos para las Misiones Cristianas, Guia del Mentor, MG04

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F U N D A M E N T O S P A R A L A S M I S I O N E S C R I S T I A N A S

crimen, violencia e inmoralidad. ¿Cómo es que (o incluso por qué ) Dios desearía construir una ciudad para que los suyos vivan en ella para siempre, y por qué esto sería un elemento significativo en la esperanza fundamental de todos los santos, a través de las edades? Muy buenas preguntas ciertamente, ¡pero la Biblia provee aun mejores respuestas! Por principio de cuentas, la idea que Dios prepararía un lugar para los suyos es un tema común y muy apreciado en la Biblia, el cual ha sido resaltado y mencionado con frecuencia en el NT. En el juicio de las ovejas y los cabritos, Jesús declara que el rey les dirá a los de su derecha que vengan a heredar el Reino preparado por el Padre para ellos desde la fundación del mundo (Mt. 25.34). Jesús confortó a sus discípulos al decirles que no tuvieran temor, porque era el placer del Padre darles el Reino a ellos (Lc. 12.32), y les dijo que en la casa de su Padre había muchas moradas, y que Él iba a preparar lugar para ellos para que estuvieran con Él para siempre (Juan 14.1-4). Pablo le dijo a los filipenses que la ciudadanía de los creyentes está en los cielos, y que de ahí deben esperar al Salvador, el Señor Jesucristo quien conformará nuestros débiles cuerpos como el suyo glorioso por el poder que posee ahora de sujetar todas las cosas a su voluntad (Flp. 3.20-21). En realidad, la visión de la esperanza cristiana es la noción de la preparación de Dios de un lugar para quienes heredarían su salvación la que, sorpresivamente, es descrita como una ciudad. Además, ningún cristiano puede leer la descripción de la Nueva Jerusalén sin asombro y expectación. Una resplandeciente ciudad de oro puro, habitada por el Padre y el Hijo, sin necesidad de luz ya que el esplendor del Señor la ilumina. ¿Quién puede sondear una ciudad cuyas obras internas fueron diseñadas por Dios mismo, que no tiene cementerio ni mortuoria (porque ahí no hay muertos), ni hospital o farmacia (no hay enfermos ahí), ni cortes ni prisiones (no hay crimen ahí), y ni siquiatras o consejeros (no hay dolor ahí)? Las dimensiones de la ciudad la hacen más como una luna que un mero lugar (1500 millas cuadradas, si tomamos literalmente las medidas de Juan), todo elaborado por las manos del Contratista Cósmico, nuestro Señor Jesús. Como teólogo, no se me escapa el hecho que nuestro Señor fue un carpintero de profesión, y no cabe la menor duda que una ciudad diseñada y construida por Él sería espectacularmente majestuosa y maravillosa, más allá de nuestra comprensión. Sin embargo, a pesar de estas maravillosas bendiciones de la ciudad en sí, su más grande maravilla es que el tabernáculo de Dios ahora habita con la humanidad: Ap. 21.1-4 - Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más. [2] Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. [3] Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de

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