Fundamentos para las Misiones Cristianas, Guia del Mentor, MG04

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F U N D A M E N T O S P A R A L A S M I S I O N E S C R I S T I A N A S

Escuchar esas frases puede hacer que nos detengamos en el camino, o voltear la cabeza, ya que captan nuestra atención sobre qué seguirá en el cuento, y cómo terminará. En cierto sentido, no somos solamente seres racionales, como Sócrates sugirió, sino más bien (y más fundamentalmente) somos personas que cuentan historias; nos entendemos a nosotros mismos en términos de las historias que apreciamos y contamos, y con las que nos identificamos. Las historias que contamos de nuestra patria, nuestras familias, y nuestras personas, determinan el entendernos a nosotros mismos y nuestros compromisos. Los personajes, temas, tramas y escenarios de las historias que contamos forman nuestro propio sentido de realidad, moralidad y valores que sostenemos y que nos guían en la vida. En realidad, es difícil encontrar a alguien, una familia, un clan, una cultura, o una nación que no se entienda a sí misma en términos de sus historias claves que fundamentan sus filosofías, determinan su visión de la historia y moldean sus compromisos sociales, culturales y nacionales. En un sentido, vivimos conforme a las historias que contamos y que creemos, y en las que basamos nuestras vidas. Este ordinario enfoque social e interpersonal acerca del papel de las historias (ya sea que las veamos como ficticias o reales), parece que se ha perdido en muchos miembros de la iglesia actualmente. En muchas de nuestras iglesias ponemos el enfoque en la verdad proposicional, en los credos y declaraciones de fe, en los agradables, rígidos sumarios de la historia del evangelio resumido en unas cuántas declaraciones preparadas, fácilmente cubiertas e incluso más fácilmente memorizadas. Aunque esa clase de acercamiento a la teología y la verdad cristiana puede ser útil en cierta predicación y enseñanza, sobre todo para los nuevos en la fe, el corazón y fundamento del evangelio está enraizado en la historia de Jesús, la cual no está resumida en un atractivo bosquejo. Más bien, es mejor decirla con pasión, gozo y asombro cuando resaltamos la sorprendente historia del perfecto amor de Dios demostrado en la extraordinaria humildad de su Hijo cuando se encarnó, en su profundo amor demostrado en la cruz del Calvario, y en la poderosa victoria demostrada en su resurrección y ascensión a la diestra del Padre. Ciertamente, el poder y la gracia de Cristo Jesús no se pueden experimentar solamente en el credo y en una declaración; debe ser dicha y representada con la Palabra y los sacramentos. La naturaleza de la fe cristiana requiere que se diga y se vuelva a decir. Somos salvos por acogernos a y formar nuestras vidas sobre las “Buenas Nuevas”, las que han llegado a ser “grandes noticias de mucho gozo”, a lo menos para quienes creemos. Entonces, no debe sorprender que nosotros definimos la naturaleza de la misión cristiana como contándole la historia de Jesús a quienes necesitan oírla. La misión siempre ha tenido que ver con ir a los que no han escuchado del gran amor de Dios en Jesús de Nazaret, y contarles la historia en una forma clara y que los constriña a ellos. Tomando en

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