Haciendo Justicia y Amando la Misericordia: Ministerios de Compasion, Guia del Mentor, MG16

H A C I E N D O J U S T I C I A Y A M A N D O L A M I S E R I C O R D I A : M I N I S T E R I O S D E C O M P A S I Ó N

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“Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis” (Mateo 25.35 RV60). Cuando Jesús envió a sus seguidores, lo hizo sabiendo que dependerían de la hospitalidad de los demás (Mateo 10.9–14; Marcos 6.7–10; Lucas 9.1–4). Si los aldeanos fallaban en proveerles hospitalidad, Jesús enseñó que habían sellado su juicio (Mateo 10.14–15; Marcos 6.11; Lucas 9.5). Escenas similares de hospitalidad impregnan el Nuevo Testamento en lo que respecta a la iglesia primitiva (Hechos 2.46). La hospitalidad fue clave para los esfuerzos misioneros de la iglesia, y era evidente, ya que los ministerios de Pedro (Hechos 10.6, 18, 32, 48) y Pablo (Hechos 16.15; 18.7; 21.4, 8, 16; 28.7) dependían de la provisión hospitalaria de los hermanos mientras viajaban para seguir sus ministerios misioneros. Correspondientes a estas escenas de hospitalidad existen mandatos en el Nuevo Testamento que nos recuerdan su práctica: “Practicando la hospitalidad” (Ro. 12.13 RV60); “No os olvidéis de la hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles” (Heb 13.2 RV60); “Hospedaos los unos a los otros sin murmuraciones” (1 Pedro 4.9 RV60). Las cualidades de un obispo incluían el mostrar hospitalidad (1 Ti. 3.2; Tito 1.8). Las mismas cualidades se aplicaban a las viudas que deseaban ser “puestas en la lista” de obreros cristianos (1 Ti. 5.10). El Reino de Dios es un lugar y un tiempo donde Dios llenará los deseos a través de una hospitalidad eterna, celebrada en la morada de Dios, el cielo. El requisito para entrar al cielo es aceptar la oferta de salvación en Cristo. En el libro de Apocalipsis, el individuo que acepta a Cristo es descrito como el anfitrión, el cual recibió a Cristo que se invitó a sí mismo diciendo, “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo” (Ap. 3.20 RV60). Más tarde, aquellos que entran al cielo son descritos como invitados a la cena de las Bodas del Cordero (Ap. 19.7–9). El libro de Apocalipsis termina con una invitación final: “Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente” (Apocalipsis 22.17 RV60).

~ Leland Ryken. The Dictionary of Biblical Imagery . (electronic ed.) Downers Grove, IL: InterVarsity Press, 2000. p. 404.

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