Iglesia poco común (Uncommon Church, Spanish Edition)

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PARTE 2: BUSCANDO EL BIEN COMÚN

A menudo, esta actitud conduce a métodos de ayuda que terminan perjudicando a largo plazo. Si no tenemos cuidado, el ministerio se convierte en otra forma de dependencia. Si eso sucede, no separamos a la iglesia de ser una agencia de servicio social. Es como el viejo dicho: “Dale a una persona un pescado, la alimentas por un día; enséñale a una persona a pescar, la alimentas para toda la vida”. Si alguien va a salir de la pobreza, será porque fue facultado para hacerlo. Considere la enseñanza que vemos en el Antiguo Testamento acerca del empoderamiento de los pobres. En primer lugar, debemos proporcionar una oportunidad para que las personas mejoren su calidad de vida. En segundo lugar, las personas deben mostrar intencionalidad hacia la mejora si son física y mentalmente capaces. En tercer lugar, cuando ocurren los dos primeros, se da dignidad a la persona. En Deuteronomio 24 y Levítico 19, vemos el empoderamiento de los pobres modelado. Cuando llegó el momento de la cosecha, los terratenientes recibieron instrucciones de cosechar sus campos una vez. Lo que quedaba atrás era que los pobres emprendedores vinieran a cobrar El empoderamiento no es una palabra de moda, sino un principio crítico para abrazar. Según el Centro para el Estudio del Cristianismo Global, el 81 por ciento de los cristianos del mundo viven con menos de cien dólares al día. Si nos tomamos en serio tener iglesias saludables, debemos tomarnos en serio el empoderamiento. Al enfatizar el discipulado a través de la iglesia local y abogar por el bien común, sentamos las bases para empoderar a las personas. Abordamos tanto la injusticia

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