Iglesia poco común (Uncommon Church, Spanish Edition)

EL PUEBLO DE DIOS

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Es casi como si Jesús fuera una mascota para la defensa. Mi principal punto de juego cuando hablo con personas que trabajan en el barrio es que el vecindario no necesita más de ti; necesita la fe que tiene en Cristo. Si la fe no está allí, no durará, ni tampoco el ministerio. No podremos arreglar todo el quebrantamiento que encontremos. Y no podemos salvar al barrio simplemente persiguiendo el bien común. No hay suficientes buenas intenciones en nosotros para superar a las que encontramos. El único camino hacia nuestra supervivencia es vivir en la tensión de abrazar los límites de nuestra capacidad humana y confiar en Dios para manejar las situaciones imposibles que se presentan constantemente. Uno de mis profesores favoritos en el seminario siempre discutía la parte más importante de nuestro ministerio. No fue estrategia o conjuntos de habilidades, aunque esos son importantes. Era el arte perdido de estar con Dios. Nuestra efectividad en el barrio requiere que seamos agentes de cambio. A los agentes de cambio no les gusta ser nada; Nosotros sí. Cuando tiene un grupo de nosotros en la sala, se tienen debates, se escriben planes y se hacen cosas. Todo es genial, pero debemos tener cuidado de hacerlo basándonos en estar con Dios. Un versículo clave para entender este concepto es 1 Pedro 1:16: “Sed santos, porque yo soy santo”. Sin embargo, ser santos no es algo que podamos hacer . Es algo que debemos ser . Es lo único que debe suceder todos los días. Cuando pensamos en cómo hacer del mundo un lugar mejor, si confiamos solo en el ingenio humano, estamos dejando nuestra mejor arma fuera de la mezcla, es decir, el Espíritu Santo.

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