La Busqueda del Pergrino

1 3 6 / L A B Ú S Q U E D A D E L P E R E G R I NO

No tengo más tiempo que perder, ni ganas de juegos o máscaras, ni lugar para lisonjas o falsedad, ni paciencia con las cosas que me distraen de mi misión. No estoy enojado ni amargado, pero tampoco estoy bromeando, y no tengo temor. He escuchado el llamado del Maestro a las armas, y siento su valentía levantándose en mí. Su pelea se ha vuelto la mía, su reputación ahora es mi reputación, y su guerra, es mi guerra también. Declaro fidelidad a mi Príncipe resucitado, sin reservas ni condiciones. Francamente, ni siquiera sé si sobreviviré esta pelea, pero está bien. He ajustado mi armadura, y tengo mi espada y mi escudo. Tomo mi lugar entre los fieles honrados de las tropas de Dios, me apresuraré y tomaré mi lugar en las líneas. Me siento honrado de tener una posición entre esta fiel asamblea, todos orgullosos guerreros de Cristo. No pretendo decepcionarlos, menos a mi Capitán, quien va delante de nosotros – resuelto, intrépido, y majestuoso. Aquí y ahora, declaro mi posición con la asamblea de los fieles. No nos asustaremos ni nos dejaremos intimidar por el enemigo. Nunca escaparemos corriendo, nos callaremos ni retrocederemos, ni nos acobardaremos frente al ejército de nuestro enemigo, aunque sea vasto en número y arrogantemente impío. Sabemos en quien hemos creído, y estamos persuadidos de que protegerá a aquellos que nos hemos comprometido con él en el día malo. Como embajadores del Rey, profetizaremos su liberación hasta el fin del mundo. Aunque los principados y los poderes se resistan a su gobierno, será inútil contra sus armas de guerra. No luchamos contra carne y sangre, sino contra gobernadores espirituales de las tinieblas. Usamos el anillo de guerra y llevamos con orgullo los colores y el escudo de armas del único y verdadero Capitán de los ejércitos del Señor. Es su bandera la que mostramos con orgullo, y marchamos al compás de su ritmo celestial. Sólo Él es nuestra inspiración y nuestro deseo. ¿Y qué pasa si caigo estando en medio de esta gloriosa batalla por el reinado del universo? ¿Qué si esta próxima pelea es mi última oportunidad de respirar el dulce aire de la victoria del Rey? ¿Voy a retroceder o acobardarme? ¿Voy a abandonar mi puesto o dormirme en mi guardia? ¿Voy a quedarme en mi lugar como muchos de los que estuvieron delante de mí, o correré a esconderme cuando el enemigo avance en su ataque? Dios no lo permita, pues fue para el día de la batalla que nací, y renací, y por esta pelea es que estoy aquí. Esta pelea, mi pelea, continua.

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