La Busqueda del Pergrino

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El Año Eclesiástico y usted Rev. Dr. Don L. Davis

Dando estructura a sus días para vivir la vida de Cristo durante el año: El Calendario Cristiano Desde los archivos más antiguos, la Iglesia ha sido una comunidad mesiánica, una comunidad de adoración y conmemoración en donde la persona de Jesús de Nazaret es reconocida como Cordero de Dios (nuestro sacrificio) y como León de la tribu de Judá (nuestro libertador). El divino Hijo del Hombre murió y resucitó, y ahora reina sobre todo como Rey, intercediendo por los suyos, y siendo Cabeza sobre todas las cosas a su cuerpo, la Iglesia. Pronto volverá en poder y pondrá fin al pecado, la guerra y la maldición, juzgará a toda la humanidad, y restaurará a la creación bajo la voluntad soberana del Padre. Esta historia de amor y gracia, de fuerza y valor, de misericordia y esperanza, ha anclado a la Iglesia en la visión judeocristiana del anhelo mesiánico, y fortalecido su fe con el tiempo. De hecho, somos un pueblo que conmemora y recrea, una comunidad del Mesías, quien también es el Rey. Desde el tiempo de los apóstoles, los creyentes en todas partes han conmemorado y celebrado los eventos de la vida de Jesús de Nazaret, el Cristo. La Iglesia primitiva centraba su adoración y testificaba de su gloriosa persona y de su obra salvadora. Un esquema de la historia de la Iglesia puede revelar su profundo compromiso a vivir este drama cósmico en su adoración, su testimonio y su celo por recrear y representar los eventos principales de la vida de Jesús en tiempo real. En gran parte como un acto de adoración e instrucción, el Año Eclesiástico (también conocido como el “Año de la Iglesia”, “Calendario Cristiano”, el “Año Litúrgico”, o el “Calendario Eclesiástico”) fue una respuesta tanto práctica como ingeniosa de la Iglesia primitiva hacia el intento de la sociedad secular de aquel entonces de darle un sentido a las cosas a través de su calendario civil y sus celebraciones. En lugar de participar en las orgías y festivales lascivos del imperio romano, los cristianos antiguos imitaron la riqueza del Año Sagrado Judío y sus festivales. Creyendo que Jesús de Nazaret cumplió con las profecías y los anhelos de los hebreos por su Mesías, la Iglesia adoptó las prácticas, fiestas y servicios del Año de la Iglesia para pensar “de manera cristiana” sobre sus días, y con el correr de las semanas y los

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