La Busqueda del Pergrino

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conocidas como las fiestas de peregrinaje; y en todas ellas se ofrecían sacrificios especiales, variando de acuerdo a las características de la fiesta (Nm. 28, 29). 3. La Fiesta de Pentecostés. Otros nombres para ésta son la Fiesta de las Semanas, el Día de las Primicias, y la Fiesta de las Cosechas. Era celebrada el sexto día del mes de Siván (junio para nosotros), siete semanas después de la ofrenda mecida de la gavilla después de la Pascua. El nombre “Pentecostés”, que significa “50º (cincuentavo)”, fue inspirado por el hecho de que había 50 días entre las dos. La fiesta duraba sólo un día (Dt. 16:9-12), y marcaba la conclusión de la cosecha del trigo. El ritual característico de esta fiesta era la ofrenda mecida de dos panes hechos con los granos maduros que recién habían sido cosechados. Esto era hecho por el sacerdote en nombre de la congregación. Aparte de estas ofrendas mecidas, el pueblo tenía que darle al Señor una ofrenda de los primeros frutos de su producción. La cantidad de la ofrenda no estaba estipulada. 4. La Fiesta de las Trompetas, o Luna Nueva. Esta fiesta se celebraba el primer día del séptimo mes, Tishrei (octubre para nosotros), y comienza el año civil de los judíos. Corresponde con nuestro día de Año Nuevo, y durante el mismo se hacen sonar cuernos y trompetas desde la mañana hasta la noche. Luego del exilio el día consistía en la lectura pública de la Ley y en un regocijo general. 5. La Fiesta del Día del Perdón. Esto se celebraba el 10º día de Tishrei. En realidad era más un ayuno que una festividad, puesto que una característica distintiva y el propósito del día era traer a memoria todo el pecado del año entero, para poder resolverlo y ser perdonados. En este día el sumo sacerdote confesaba todos los pecados de la comunidad, y entraba en su nombre al Lugar Santísimo con la sangre de la reconciliación. Era una ocasión solemne, en la que el pueblo de Dios, por medio del arrepentimiento y de la expiación de los pecados, entraba al descanso de la misericordia y el favor de Dios, para que siendo copartícipes de Su perdón pudieran regocijarse en Su presencia y guardar Sus mandamientos.

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