La Busqueda del Pergrino

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de fe, porque lo único que contienen es interpretación pura y genuina de la Escritura, la cual, los Padres de la fe, con prudencia espiritual, adoptaron para destrozar a los enemigos de la religión [pura] que se habían levantado en esos tiempos.

~ John Calvin. Institutes [Instituciones]. IV, ix. 8.

. . . la mayoría de lo valioso que ha prevalecido en la exégesis bíblica contemporánea, fue descubierto antes de terminarse el siglo quinto.

~ Thomas C. Oden. The Word of Life [La Palabra de Vida]. San Francisco: HarperSanFrancisco, 1989. p. xi

Los primeros cuatro Concilios son los más importantes, pues establecieron la fe ortodoxa sobre la trinidad y la encarnación de Cristo. ~ Philip Schaff. The Creeds of Christendom . [Los Credos del Cristianismo]. Vol. 1. Grand Rapids: Baker Book House, 1996. p. 44. Nuestra referencia a los concilios ecuménicos y los credos es, por lo tanto, enfocada en esos cuatro concilios, los cuales retienen un amplio acuerdo en la Iglesia entre la Iglesia Católica, Ortodoxa, y Protestante. Mientras que los Católicos y Ortodoxos comparten un acuerdo común de los primeros siete concilios, los Protestantes tienden a afirmar y usar solamente los primeros cuatro. Por lo tanto, los concilios adoptados por toda la Iglesia en su totalidad fueron completados en el Concilio de Calcedonia en el año 451 D.C. Vale notar que cada uno de estos concilios ecuménicos, se llevaron a cabo en un contexto cultural pre-europeo y ni uno se llevó a cabo en Europa. Fueron concilios de la Iglesia en su totalidad, y reflejan una época en la que el cristianismo era practicado mayormente y geográficamente por los del este. Si se catalogaran en esta era moderna, los participantes serían africanos, asiáticos y europeos. Estos concilios reflejaron una iglesia que “ . . . tenía raíces culturales muy distintas de las europeas y precedía al desarrollo de la identidad europea moderna, siendo [de tales raíces] algunos de sus genios más ilustres africanos”. (Oden, The Living God [El Dios Viviente], San Francisco: Harper San Francisco, 1987, pág. 9).

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