La obra redentora de la pobreza
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nosotros ganamos”. Esta mentalidad engloba tanto a los destinatarios de nuestro trabajo como a la forma en que empleamos los recursos. Es amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Es cómo unimos nuestra historia a la historia de Dios. La forma en que elegimos sacrificar nuestro tiempo, talento y tesoro es un reflejo directo de nuestra condición espiritual. La riqueza es algo bueno, pero si no tenemos cuidado, nos seducirá. Existe tal cosa como tener demasiado o muy poco, y Dios quiere que todos tengan lo suficiente para prosperar. Por lo tanto, el trabajo redentor de la pobreza consiste en ser tan generosos como lo permita nuestra situación. Al darnos a nosotros mismos y a nuestro dinero, podemos evitar redentoramente el poder seductor de la riqueza que puede alejarnos de las prioridades de Dios. La noción de la obra redentora es clara en toda la Biblia. Por ejemplo, a través de su muerte, Cristo pagó el precio de nuestras
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