Listos para la siega

S ESIÓN 2: P REPARAR • 199

No usamos el término “urbanos pobres” sólo para identificar claramente a la población a la que históricamente hemos sido llamados. También usamos el término debido al significado profético de los pobres en la Escritura. Muchas docenas de textos tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento revelan una perspectiva consistente con respecto a Dios y los pobres. Demuestran que Dios siempre ha tenido una carga por aquellos que carecen de poder, recursos, dinero o las necesidades de la vida. Los estándares que Dios dio a su pueblo del pacto con respecto a los pobres revelan su compromiso con los desamparados, y todos los grupos y clases asociados con ellos. Está claro que el Antiguo Testamento incluye una serie de grupos cercanos a los pobres, incluídos los huérfanos, las viudas, los esclavos y los oprimidos (por ejemplo, Deu. 15, Rut, Isa. 1). Aquellos que explotaron y se aprovecharon de los vulnerables debido a su pobreza y debilidad fueron juzgados, y la misericordia y la bondad fueron exhortados como el estandarte universal del pueblo de Dios en favor de los pobres. La Ley proveía numerosos mandamientos con respecto al trato justo y amable de los pobres y necesitados, de la demanda de proveer a los hambrientos y desprovistos de comida, y del tratamiento liberal de los pobres (Deuteronomio 15:11). El Nuevo Testamento revela el corazón de Dios para los pobres cristalizados en la encarnación de Jesús. Jesús proclamó en su sermón inaugural que fue ungido con el Espíritu de Dios para proclamar las buenas nuevas del Reino a los pobres (Lucas 4:18; 6:20), y confirmó su identidad mesiánica a Juan el Bautista con la predicación a los pobres, a la par de las sanidades y milagros (Lucas 7:18-23). El Señor declaró la justicia de Zaqueo a los pobres como una señal de su salvación (Lucas 19:8-10), y se identificó inequívocamente con los que estaban enfermos, en la cárcel, extraños, hambrientos, sedientos y desnudos (Mt. 25:31-45). Cada faceta de la vida y del ministerio de Jesús se entrecruzaba con las necesidades de aquellos que carecían de recursos y dinero, y por lo tanto podían ser fácilmente explotados, oprimidos y aprovechados. En las acciones y escritos de los Apóstoles, también vemos declaraciones claras acerca de la elección de Dios y el cuidado de aquellos que están económicamente pobres. Santiago 2:5 dice que Dios ha escogido a los pobres en este mundo para ser ricos en fe y heredar el Reino que prometió a los que lo aman. Pablo dijo a los corintios que Dios ha escogido las cosas necias del mundo para avergonzar a los sabios, a las cosas débiles del mundo para avergonzar a las personas fuertes, humildes y despreciadas de este mundo para anular las cosas que son, para que nadie pueda presumir en su presencia (1 Corintios 1:27-29). Este texto y otros enriquecen nuestra visión de los pobres como meramente carentes de bienes, servicios y recursos: más que eso, los pobres son aquellos que

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