Meras Misiones

PREFACIO

Tras recibir toda autoridad en el cielo y en la tierra, Jesús dijo a sus discípulos, “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:19-20). El Reino de Dios ha entrado al mundo y el Rey de este Reino dio la misión de levantarse, salir y “avanzar y multiplicarse”. Este movimiento no puede evitar avanzar, ya que está relacionado con el carácter, el ser y el pensamiento del Dios Todopoderoso. “Porque de tal manera amó Dios al mundo (el carácter de Dios: amor, misericordia, compasión), que ha dado a su Hijo unigénito (el ser de Dios: misiones, envío, iniciación), para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo (el pensamiento de Dios: salvación, esperanza, rescate) por él” (Juan 3:16-17). Este mismo carácter, ser y pensamiento de Dios está ahora dentro de nosotros, Su Iglesia. Este es el motivo más profundo para las misiones. Está en nuestro ADN espiritual. Desde esa encomienda, el Reino ha estado avanzando y expandiéndose, como un grano de mostaza (Mat. 13:31-32),

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