Meras Misiones
A péndice • 247
A péndice 17 Érase una vez El Drama Cósmico a través de una Narración Bíblica del Mundo Rev. Dr. Don L. Davis Desde la eternidad hasta la eternidad, nuestro Señor es Dios. Desde la eternidad, en ese incomparable misterio de la existencia antes de que comenzara el tiempo, nuestro Dios Trino habitó en perfecto esplendor en comunidad eterna como Padre, Hijo y Espíritu Santo, el YO SOY, mostrando sus atributos perfectos en relación eterna, sin necesidad de nada, en ilimitada santidad, alegría y belleza. Según su soberana voluntad, nuestro Dios se propuso por amor crear un universo donde se revelaría su esplendor, y un mundo donde se desplegaría su gloria y donde habitaría un pueblo hecho a su propia imagen, compartiendo en comunión con él y disfrutando de la unión consigo mismo en una relación, todo para su gloria. Inflamadas por la lujuria, la avaricia y el orgullo, la primera pareja humana se rebeló contra su voluntad, engañados por el gran príncipe, Satanás, cuyo diabólico complot para suplantar a Dios como gobernante de todo resultó en que innumerables seres angelicales se resistieran a la voluntad divina de Dios en los lugares celestiales. A través de la desobediencia de Adán y Eva, se expusieron a sí mismos y a sus herederos a la miseria y la muerte, y a través de su rebelión introdujeron la creación al caos, el sufrimiento y el mal. A través del pecado y la rebelión, se perdió la unión entre Dios y la creación, y ahora todas las cosas están sujetas a los efectos de esta gran caída: la alienación, la separación y la condenación se convierten en la realidad Quién, como Dios Soberano, creó un mundo que finalmente se rebelaría contra su gobierno.
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