Meras Misiones

E l E spíritu S anto : E mpoderar • 93

No todo lo que el capitán Speirs le dijo al soldado Blithe tiene una correlación directa con nosotros como pueblo del Reino que estamos involucrados en la guerra espiritual. Somos gente de esperanza (1 Cor. 13:13), misericordiosos (Lucas 6:36), benignos (Efe. 4:32). Sin embargo, hay un principio subyacente, de Speirs, que resuena en el núcleo de la vida en Cristo, y es “aceptar el hecho de que ya estás muerto”. El apóstol Pablo dijo la misma verdad a la comunidad de creyentes en Colosas cuando escribió: “Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria.” (Col. 3:1-4). Cuanto antes el plantador de iglesias acepte el hecho de que ha sido crucificado con Cristo y que ya no vive, sino que Cristo vive en él, más pronto podrá funcionar como representante autorizado para avanzar y expandir el Reino de Dios en territorio ocupado por el enemigo. Todas las misiones dependen de ello. La guerra implica automáticamente un conflicto entre potencias. En las misiones, la estrategia principal de Satanás, como se mencionó anteriormente, es matar a aquel que está autorizado y enviado a proclamar el evangelio y establecer un Puesto de Avanzada del Reino de Dios en su territorio. Día y noche Satanás realiza sus ataques y acusaciones delante de nuestro Dios Todopoderoso (Apoc. 12:10) contra estos representantes que anuncian buenas nuevas de salvación y reconciliación en Jesucristo. De hecho, contra todos los hijos e hijas de Dios en la fe. ¿Cómo conquistamos estas acusaciones? Apocalipsis 12:11 nos da la respuesta: “Y ellos le han vencido por medio de (1) la sangre del Cordero y de (2) la palabra del testimonio de ellos, y (3) menospreciaron sus vidas hasta la muerte”. Al identificar y equipar a las personas llamadas a avanzar en las misiones, estas tres cualidades deben ser evidentes: