Orando los Salmos con Agustín y Amigos

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Orando los Salmos con Agustín y amigos

Salmo 56 con Agustín – Dios como fundamento de nuestra confianza

Pongo en ti mi confianza (v. 3). David no ha hablado de su confianza, sino de la causa de su confianza. Porque si no temiere, también puedo por dureza de corazón no temer, porque muchas personas orgullosas no temen nada. Todos los que andan con falso corazón, peregrinando y escondiéndose, no temen. Registra mi llanto en tu libro (v. 8). Me has escuchado suplicándote. ¿Acaso no lo tienes anotado? Porque tal como habías prometido, así lo has hecho. Has dicho que escucharías al que llora. He creído, he llorado, he sido escuchado; te he encontrado misericordioso al prometer, veraz al pagar. ¡Qué gran cosa nos ha dado Dios, que seamos suyos, y él sea nuestro! Dios demanda de usted alabanza. Dios demanda su confesión. Pero ¿de tu tierra dará algo? Él ha proporcionado la lluvia para que tenga frutos. ¿De sus cuentas dará algo? Él ha provisto lo que usted dará. ¿Qué dará que no haya recibido de él? ¿Qué tiene que no haya recibido (1 Cor 9:7)? ¿Dará de corazón? Él también le ha dado fe, esperanza y amor. Esto debe presentarlo. Esto debe sacrificarlo. Pero, evidentemente, todas las demás cosas el enemigo es capaz de quitárselas en contra de su voluntad; excepto esto, a menos que esté dispuesto. Una persona perderá estas cosas incluso en contra de su voluntad; deseando tener oro, perderá oro; deseando tener una casa, perderá su casa. Pero nadie perderá la fe, salvo quien la desprecie. Por tanto, no nos desesperemos. Oremos por todos los que nos hacen sufrir. Nunca nos apartemos de Dios. Sea él nuestra herencia, nuestra esperanza y nuestra seguridad.

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