Orando los Salmos con Agustín y Amigos

Capítulo 4: Salmos 60–80

123

Salmo 67 con Agustín – La bendición de Dios Dios tenga piedad de nosotros y nos bendiga (v. 1). Bendigamos al Señor, y que Dios nos bendiga. Cuando Dios nos bendice, crecemos, y cuando bendecimos al Señor, crecemos también, ambas cosas nos son provechosas. Él no aumenta con nuestras bendiciones, ni disminuye con nuestras maldiciones. El que maldice al Señor queda disminuido. El que bendice al Señor crece. Dios haga resplandecer su rostro sobre nosotros (v. 1). Dios no hace brillar su rostro sobre nosotros como si alguna vez hubiéramos estado sin luz, sino que hace resplandecer su luz sobre nuestras vidas, de modo que lo que nos era oculto, se abre, y lo que estaba escondido, se ilumina. ¿Cómo podemos atraerlo hacia nosotros? Viviendo bien, haciendo el bien. Que las cosas pasadas no nos agraden y las presentes no nos retengan. No nos neguemos a escuchar, para que no nos retenga el pasado, para que no nos enrede el presente, para que no nos impida meditar en las cosas futuras, extendámonos hacia lo que está por delante. Olvidemos las cosas pasadas (Flp 3:13). Y aquello por lo que ahora trabajamos, por lo que ahora gemimos, de lo que ahora hablamos, y en parte, por pequeño que sea, percibimos, perono somos capaces de recibir, lo recibiremos y lo disfrutaremos plenamente en la resurrección de los justos.

Made with FlippingBook. PDF to flipbook with ease