Orando los Salmos con Agustín y Amigos

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Orando los Salmos con Agustín y amigos

Salmo 69 con Juan Calvino – Orando en la angustia ¡Sálvame, Dios mío, porque las aguas ya me llegan al cuello! (v. 1). Bajo la metáfora de las aguas, el salmista representa su condición como tan angustiosa que lo llevó al borde de la desesperación. Sin embargo, sabemos que a menudo superó terribles tentaciones con un valor extraordinario. De ahí podemos inferir la amargura de su angustia en ese momento. Sabemos por la historia bíblica que Saúl envió numerosos y poderosos ejércitos tras él. Habla del odio mortal que expresaron hacia él, cuando nos dice que estaban decididos a destruirlo, deseando ansiosamente que lo eliminaran con una muerte violenta. Y, sin embargo, jura que no hizo nada para merecer una persecución tan implacable. Si en algún momento sufrimos persecución, determinémonos a tener el apoyo que surge del testimonio de una buena conciencia y a poder afirmar libremente ante Dios que el odio de nuestros enemigos carece de causa. Aprendamos del ejemplo de David a prepararnos para soportar con paciencia todas las pérdidas y dificultades, incluso la muerte misma, así como la vergüenza y el reproche, si en algún momento nos cargan con acusaciones falsas. Pero yo, SEÑOR, elevo a ti una oración (v. 13). Cuando los malvados dirigieron contra él sus comentarios ingeniosos y burlones, como si fueran armas de guerra, para derribar su fe, su medio para rechazar todos sus asaltos fue derramar su corazón a Dios en oración. Guardó silencio ante los demás y, apartado del mundo, se acercó a Dios. Del mismo modo, aunque los fieles de hoy tal vez no sean capaces de impresionar a los malvados, acabarán triunfando si se apartan del mundo y presentan directamente sus oraciones a Dios.

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