Orando los Salmos con Agustín y Amigos

Capítulo 4: Salmos 60–80

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es siempre deseable y genuina. ¡Qué exaltación experimentamos bajo la mirada del gran Juez! Aquel a quien tememos en este mundo, pero que justamente es el objeto de nuestra alegría, aquel que está presente ante nosotros y nos ha liberado por su bondad. El salmista añade: que estén felices y aleg res, para que el hecho de estar alegres les pueda deleitar. Saben que su alegría nunca terminará y obtienen un deleite más dulce en ella porque no sienten que la perderán. De modo que la felicidad inminente de esa bienaventuranza se expresa en lo que podríamos llamar melodías relucientes. ¡El Dios de Israel da poder y fuerza a su pueblo! ¡Bendito sea Dios! (v. 35). Nadie debe perder la confianza a causa de la debilidad humana y creer que no alcanzará tan grandes recompensas. El salmo afirma con una promesa fiel que el Señor dará el poder de la paciencia y la fuerza de la fe a sus fieles para que alcancen recompensas eternas.

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