Orando los Salmos con Agustín y Amigos

Capítulo 5: Salmos 81–101

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Salmo 82 con Gregorio Nacianceno – Aprendiendo de los malos ejemplos

¿Hasta cuándo juzgarán injustamente y favorecerán a los malvados? (v. 2). A menudo, los justos eran entregados en manos de los impíos, no para que los impíos fueran honrados, sino para que los justos pudieran ser probados. Y aunque los impíos sufren una muerte terrible, por el momento, se burlan de los piadosos, mientras se ocultan la bondad de Dios y los grandes tesoros que le esperan a cada uno de ellos después de esta vida. Entonces, ciertamente, palabra, y obra, y pensamiento serán pesados en la justa balanza de Dios, cuando se levante para juzgar la tierra, reuniendo consejos y obras, y revelando lo que había mantenido sellado. De esto te convenzan las palabras y los sufrimientos de Job, quien era un verdadero, irreprensible y justo adorador de Dios, con todas esas otras cualidades que dan testimonio de él. Sin embargo, fue golpeado por una calamidad tras otra. Aunque muchos en la historia han sufrido, y algunos, incluso, han sido terriblemente afligidos, no obstante, ninguno puede compararse con Job en desgracias. Porque sufrió, sin que se le permitiera llorar sus pérdidas en su rápida sucesión: la pérdida de su dinero, sus posesiones, su numerosa y hermosa familia, bendiciones que todos los hombres aprecian; también fue atacado por una enfermedad incurable y horrible de ver. Para coronar sus desgracias, tenía una esposa cuyo único consuelo eran los malos consejos. Tenía también entre sus amigos, consoladores verdaderamente miserables, como él los llama, que no podían ayudarle; porque cuando vieron su sufrimiento, ignorando su significado oculto, asumieron que su desastre era un castigo por su maldad y no la prueba de su piedad. Y no solo pensaron esto, sino que ni siquiera se avergonzaron de reprenderle en su angustia, en un momento en que, aunque hubiera sufrido por la maldad, deberían haber tratado su dolor con palabras de consuelo.