Orando los Salmos con Agustín y Amigos

Capítulo 5: Salmos 81–101

153

Salmo 84 con Agustín – Dios como nuestro único objeto de deseo

Al ser presionados, nos aplastan por este propósito: para que nuestro amor equivocado, que nos atrae hacia las cosas mundanas, seculares, inestables y perecederas, pueda perecer por sí mismo. Habiendo sufrido tormentos y dificultades en esta vida, y una abundancia de tentaciones, podemos comenzar a buscar ese descanso que no es de esta vida, ni de esta tierra. Entonces, el Señor se convierte en un “refugio de los oprimidos” (Sal 9:9), para el que está desamparado, sin ayuda, sin auxilio, sin nada en lo que pueda descansar. Porque Dios está presente para los que son pobres, porque, aunque la gente abunde en dinero en la tierra, está más llena de miedo que de disfrute. Esas personas, aunque tengan algo, siguen siendo pobres. Pero los que no tienen nada de esta riqueza, sino que solo la desean, se cuentan también entre los ricos que serán rechazados. Dios no tiene en cuenta nuestro poder real, sino nuestro deseo. Los pobres, entonces, se ven privados de la esencia de este mundo, porque, aunque abunda a su alrededor, saben lo fugaz que es. Clamando a Dios, sin tener nada en este mundo con lo que deleitarse, experimentan abundantes presiones y tentaciones. Sin embargo, ¡sus deseos son buenos!, porque Dios sigue siendo su único objeto de deseo. Ahora ellos no aman la tierra, porque aman a aquel que hizo el cielo y la tierra, pero aún no están con él. Su deseo se retrasa para que aumente; aumenta para que lo reciban. Porque no es poca cosa lo que Dios dará a los que lo desean, ni necesitan poca preparación para estar en condiciones de recibir un bien tan grande: Dios no dará nada de lo que él ha hecho, sino a él mismo, quien hizo

Made with FlippingBook. PDF to flipbook with ease