Orando los Salmos con Agustín y Amigos

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Orando los Salmos con Agustín y amigos

Salmo 87 con Agustín – Morando en la presencia de Dios por la eternidad Y mientras cantan y bailan, dicen: “Todas mis fuentes están en ti” (v. 7). Como si todos los alegres y gozosos moraran en esa ciudad. En nuestros viajes aquí sufrimos magulladuras; nuestro último hogar será solo el hogar de la alegría. El trabajo y los gemidos perecerán, las oraciones pasarán, los himnos de alabanza triunfarán. Esa será la morada de los que son felices. Ya no se escucharán los gemidos de los que se duelen, sino la alegría de los que se regocijan. El que anhelamos estará presente. “Seremos semejantes a él, porque lo veremos tal como él es” (1 Jn 3:2). Allí toda nuestra tarea consistirá en alabar y gozar de la presencia de Dios. ¿Y qué más podríamos pedir, cuando solo Aquel que hizo todas las cosas nos satisface? Habitaremos y seremos habitados; y estaremos sometidos a él, para que Dios sea todo en todos. Que este sea, pues, el único objeto de nuestro deseo, cuando hayamos alcanzado este paso. Preparémonos para regocijarnos en Dios, para alabarle. En aquel día, las obras de caridad serán innecesarias; no habrá miseria; no encontrarás a nadie necesitado, a nadie desnudo; nadie saldrá a tu encuentro atormentado por la sed; no habrá ningún forastero, ningún enfermo a quien visitar, ningún muerto a quien enterrar, ningún rival a quien poner en paz. ¿Qué encontrarás para hacer? ¿Plantaremos nuevas viñas, araremos y haremos viajes, todo para satisfacer las necesidades del cuerpo? No, habrá una profunda tranquilidad. Todo trabajo arduo que la necesidad exige cesará. Puesto que la necesidad habrá muerto, sus obras perecerán también.

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