Orando los Salmos con Agustín y Amigos
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Orando los Salmos con Agustín y amigos
Salmo 97 con Juan Calvino – Dios, la fuente de justicia ¡El SEÑOR es Rey! ¡Regocíjese la tierra! (v. 1). El trono de Dios se fundamenta en la justicia y el juicio. Este es el beneficio que obtenemos de ello. La mayor miseria que podemos concebir es vivir sin justicia ni juicio. El salmista menciona esto como un asunto de alabanza exclusivamente, puesto que, cuando Dios reina, la justicia revive. Niega que podamos tener justicia alguna, hasta que Dios nos someta a su palabra, mediante las suaves, pero poderosas influencias de su Espíritu. Una gran parte de las personas se resiste obstinadamente y rechaza el gobierno de Dios. Por esa razón, el salmista se vio obligado a mostrar las cualidades severas de Dios, para enseñar a los malvados que su oposición no quedará impune. Cuando Dios se acerca a las personas en misericordia, y no lo reciben con reverencia y respeto, esto implica blasfemia. Ustedes, que aman al SEÑOR, odien el mal (v. 10). Aquellos que temen a Dios son alentados aquí a practicar la justicia. El salmista demuestra por medio de la propia naturaleza de Dios que no podemos ser reconocidos como sus siervos a menos que nos apartemos del pecado y practiquemos la santidad. Dios es la fuente de la justicia, por eso odia todo pecado; ¿o supones que puede negarse a sí mismo? Solo tenemos comunión con él cuando nos separamos de la injusticia. Hemos visto que el pueblo del Señor a menudo es tratado con la mayor crueldad e injusticia, y parece abandonado a la furia de sus enemigos. El salmista nos recuerda, para animarnos, que Dios, incluso, cuando no libera inmediata mente a sus hijos, los sostiene con su poder secreto. En el versículo final, se exhorta al pueblo del Señor a la gratitud, a que, considerando a Dios como su Redentor, lleven una
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