Orando los Salmos con Agustín y Amigos

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Orando los Salmos con Agustín y Amigos

consecuencias de un resultado negativo serían devastadoras para mi carrera. Estaba desesperada porque Dios interviniera. ¡Levántate, SEÑOR!¡ Levanta, oh Dios, tu brazo! ¡No te olvides de los indefensos! ¿Por qué te ha de menospreciar el malvado? ¿Por qué ha de pensar que no lo llamarás a cuentas? Pero tú ves la maldad y la aflicción, las tomas en cuenta y te harás cargo de ellas. Las víctimas se encomiendad a ti . . . ¡Rómpeles el brazo al malvado y al impío! ¡Pídeles cuentas de su maldad hasta que desaparezca! ~ Sal 10:12–15 Los Salmos me invitaron a derramar mi corazón a Dios durante esos días oscuros. Me dieron voz para orar cuando me quedé sin palabras. Descubrí que no estaba sola; otros habían sido acusados falsamente, apuñalados por la espalda por amigos, perseguidos por enemigos. Estas oraciones me aseguraron que Dios vio mi dolor. Nadie podría impedirme apelar a él por justicia. En ti, SEÑOR, busco refugio; jamás permitas que me avergüencen. Por tu justicia, líbrame. Inclina a mí tu oído y acude pronto a socorrerme. Sé tú mi roca de refugio, la fortaleza de mi salvación. Guíame, pues eres mi roca y mi fortaleza, dirígeme por amor a tu nombre. Líbrame de la trampa que me han tendido, porque tú eres mi refugio. En tus manos encomiendo mi espíritu; líbrame, SEÑOR, Dios de la verdad. ~ Sal 31:1–5

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