Orando los Salmos con Agustín y Amigos
Capítulo 8 Salmos 131–150
Salmo 131 con Juan Casiano y Martín de Braga – El peligro del orgullo y el valor de la humildad Aunque la desgracia del orgullo es la última batalla que libramos, es, sin embargo, la fuente de todos los pecados y de todas las malas acciones, y no acaba simplemente con su virtud opuesta—es decir, con la humildad—sino que es en realidad el destructor de todas las virtudes. Por eso, aunque el bienaventurado David guardaba su corazón con sumo cuidado para declarar con valentía a quien no ocultaba los secretos de su conciencia: SEÑOR, mi corazón no es orgulloso ni son altivos mis ojos; no busco grandezas desmedidas ni proezas que excedan a mis fuerzas (v. 1). Sin embargo, sabía cuán difícil era, incluso para los perfectos, sostener esta guardia, y no presumía de su solo esfuerzo, sino que, para poder escapar ileso del dardo de este enemigo, imploraba en oración la ayuda del Señor y decía: “Que no me aplaste el pie del orgulloso” (Sal 36:11). Y
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