Orando los Salmos con Agustín y Amigos
Capítulo 8: Salmos 131–150
249
Salmo 143 con Agustín – La justicia de Dios Por tu fidelidad y tu justicia, respóndeme (v. 1). Observe el énfasis que se hace en la frase: por tu justicia. Porque es una encomienda de la gracia que ninguno de nosotros piense en nuestra justicia como propia. Es la justicia de Dios, que Dios nos ha dado para que la hagamos nuestra. Eres perverso cuando atribuyes a Dios lo que has hecho mal y a ti mismo lo que has hecho bien. Eres justo cuando te atribuyas a ti mismo lo que has hecho mal y atribuyas a Dios lo que has hecho bien. Porque cuando me miro a mí mismo, solo encuentro que mi pecado es mío. No escondas de mí tu rostro (v. 7). Apartaste de mí tu rostro cuando fui orgulloso. Por una vez estuve en mi plenitud y en medio de ella me hinche de orgullo. “Cuando me sentí seguro, exclamé: ‘Jamás caeré’ ” (Sal 30:6), desconociendo tu justicia y estableciendo la mía. Pero devino toda la seguridad que tenía. Y para demostrarme que provenía de ti: “Cuando escondiste tu rostro, yo quedé angustiado” (Sal 30:7). Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios (v. 10). ¡Qué Gloriosa confesión! ¡Qué Gloriosa norma! Porque tú eres mi Dios (v. 10). A otro acudiría con prontitud para que hiciera una nueva versión de mí, si otro me hubiera creado. Pero tú eres mi todo. Tú no eres solo el Dador de mi herencia, sino mi Herencia misma. “Tú, Señor, eres mi herencia y mi copa; eres tú quien ha afirmado mi porción” (Sal 16:5). Enséñame (v. 10), porque no tiene sentido que tú seas mi Dios y, sin embargo, yo deba ser mi propio Agustín sobre el Salmo 143 “Eres justo cuando te atribuyas a ti mismo lo que has hecho mal y atribuyas a Dios lo que has hecho bien”.
Made with FlippingBook. PDF to flipbook with ease