Orando los Salmos con Agustín y Amigos
Capítulo 1: Salmos 1–17
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Salmo 14 con Juan Calvino – La insensatez de los impíos
Es doloroso ver triunfar la maldad en la iglesia: los buenos y los sencillos son injustamente afligidos, mientras los malvados dominan cruelmente a su antojo. Necesitamos que el ejemplo de David nos anime, para que, en medio de la gran angustia de la iglesia, podamos consolarnos con la seguridad de que Dios finalmente nos librará de ella. En el Salmo 14, David no acusa a sus enemigos de necedad común, sino que condena la insensatez y la audacia salvaje de aquellos que el mundo considera famosos por su sabiduría. Comúnmente vemos que aquellos que se consideran sabios en su propia opinión y por otros, emplean su astucia tendiendo trampas, y usan su inteligencia para despreciar y burlarse de Dios. Por lo tanto, es importante que sepamos que por mucho que el mundo aplauda a estos personajes que se entregan a la maldad, el Espíritu Santo los condena como necios; porque no hay estupidez más ofensiva que el olvido de Dios. Estos hombres se entregan a sus concupiscencias de manera tan audaz y escandalosa que no prestan atención a la justicia o la equidad; en pocas palabras, se lanzan frenéticamente a cometer toda clase de maldades. Obviamente se han desprendido de toda religión y extinguido, en la medida de lo posible, todo recuerdo de Dios de sus mentes. Cuando los impíos se permiten seguir sus propias inclinaciones con tanta obstinación, sin ningún sentimiento de vergüenza, es evidencia de que han desechado todo temor de Dios. Juan Calvino sobre el Salmo 14 “Al mismo tiempo, nos enseña que no hay mejor resolución que podamos tomar que la resolución de depender de Dios y descansar en su salvación y en la asistencia que él nos ha prometido”.
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