Orando los Salmos con Agustín y Amigos

Capítulo 1: Salmos 1–17

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Salmo 16 con Agustín – El Señor como nuestra herencia

Aumentarán los dolores de los que corren tras otros dioses (v. 4), no para su destrucción, sino para que anhelen al Médico. ¡Jamás derramaré sus ofrendas de sangre ni con mis labios pronunciaré sus nombres! (v. 4). Pero, mediante un cambio espiritual lo que ellos han sido será olvidado. Ya no serán llamados pecadores, ni enemigos, ni siquiera mortales, sino justos, y mis hermanos y hermanas, e hijos de Dios que están en paz. Tú, SEÑOR, eres mi herencia y mi copa (v. 5). Porque junto conmigo poseerán esta herencia: el Señor mismo. Que otros escojan para sí porciones, terrenales y temporales, para disfrutar; la porción de los creyentes es el Señor eterno. Que otros beban de los placeres mortales, la porción de mi copa es el Señor. Siempre tengo presente al SEÑOR (v. 8). Incluso entre las cosas que pasan, mantengo mis ojos puestos en aquel que vive para siempre, anticipando que a él volveré después de pasar por las cosas temporales. Con él a mi derecha, nada me hará caer (v. 8) . Porque me muestra favor, para que pueda permanecer con él. Me has dado a conocer el camino de la vida; me llenarás de alegría en tu presencia (v. 11). Nos llenarás de alegría, así que no buscaremos nada más, cuando te veamos cara a cara.

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