Orando los Salmos con Agustín y Amigos

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Orando los Salmos con Agustín y amigos

Salmo 17 con Agustín – Probando el corazón del que ora

SEÑOR, oye mi justo ruego; escucha mi clamor; presta oído a mi oración, pues no sale de labios engañosos. Pronuncia tu sentencia en mi favor (vv. 1–2). Por medio del conocimiento de ti mismo, déjame juzgar la verdad. Es decir, que no juzgue por nada, excepto por lo que aprenda de ti. Tú me examinas por las noches ¡ponme a prueba . . . (v. 3). Porque mi corazón ha sido probado y hallado genuino por la experiencia de la tribulación. ¡No hallarás en mí ningún plan maligno! (v. 3). Esta prueba no es solo en la noche, sino que también se llama fuego, en el sentido de que arde. Por estas experiencias fui examinado y hallado justo. Mi boca no pecará a pesar de lo que hace la otra gente (vv. 3–4). Que nada salga de mi boca, sino lo que se relaciona con tu gloria y alabanza, no con las obras humanas, que hacen en contra de tu voluntad. Del camino de la violencia he apartado mis pasos; . . . pues yo cumplo con tu palabra! (vv. 4–5), a causa de las palabras de tu paz. Dios mío, a ti clamo porque tú me respondes (v. 6). Con un esfuerzo libre y fuerte te he dirigido mis oraciones: para que yo pueda adquirir este poder. Tú me has escuchado incluso cuando oraba débilmente. ¡Levántate, SEÑOR, ¡enfréntate a ellos! ¡Derrótalos! (v. 13). Levántate, Señor, tú, quien ellos creen que duerme y no tiene en cuenta los pecados de las personas, permite que sean cegados por su propia malicia, para que la venganza impida su actuar, para que sean derribados. ¡Con tu mano, SEÑOR, ¡sálvame de estos mortales! (v. 14). Libra mi alma al restaurarme las graves injurias que me han infligido los impíos.

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