Orando los Salmos con Agustín y Amigos

Capítulo 2: Salmos 18–38

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Salmo 35 con Agustín – Retribución y recompensa Ataca, SEÑOR, a los que me atacan; combate a los que me combaten. . . . Empuña la lanza y el hacha, y haz frente a los que me persiguen (vv. 1, 3). ¿Quién le persigue? Por casualidad su prójimo, o alguien a quien ha ofendido, o alguien a quien ha agraviado, o que quisiera quitarle lo que es suyo, o alguien cuyo pecado reprende, o alguien que tiene celos de usted. Ciertamente, estos enemigos están contra nosotros y nos persiguen; pero luchamos contra otros enemigos invisibles, de los que nos advierte el apóstol diciendo: “Porque nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra poderes, contra autoridades, contra potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales” (Efes 6:12).

Pero, ¿qué se puede hacer? Ya que sin motivo me tendieron una trampa (v. 7). No he hecho nada contra ellos, no les he hecho ningún daño. Que caigan en su propia trampa (v. 8), ¡No hay nada

Agustín sobre el Salmo 35 “Búsquelo a él, quien hizo todas las cosas, y en él y de él tendrás todas las cosas que él hizo”.

más justo que una magnífica retribución! Me han tendido una trampa; que les caiga una trampa. Son engañados cuando quieren engañar. El mal vendrá a ellos, donde ellos hicieron mal. Esto, pues, para los malvados que quieren hacerme daño. Así mi alma se alegrará en el SEÑOR y se deleitará en su salvación (v. 9), sin buscar otras riquezas, sin buscar placeres terrenales, sino amando libremente al verdadero Esposo. Pues ¿qué cosa mejor que Dios me dará? Cuando Dios me diga: pide lo que quieras, ¿qué pedirá? Vacíe su

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