Orando los Salmos con Agustín y Amigos

Capítulo 3: Salmos 39–59

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Tú amas la justicia y odias la maldad esto hace ese Dios, que así odie y ame: aceite de alegría el que se ha ungido sobre ti, que te hace muy superior a tus semejantes. Las fragantes riquezas del bosque de Sabea, la fragancia de tu aliento se esparce por todo el aire Entre tus damas de honor se cuentan princesas; honrándote a ti honran; a tu derecha se halla la novia real luciendo el oro de Ofir. aroma de mirra, áloe y canela exhalan todas tus vestiduras cuando te alejas de los palacios adornados con marfil Oh, hija, escucha lo que ahora se te dice: toma nota de lo que oyes, y obedécelo; olvídate de guardar en tu memoria las horas y el pueblo de tu infancia. Así que, del rey, tu rey, un deleite preciado, tu belleza vendrá y se mantendrá por él; pues solo él tiene derecho de señorío sobre ti, solo a él con temor debes entretener. La gente de Tiro vendrá con presentes, los ricos del pueblo buscarán tu favor con humilde solicitud, para obtener tu gracia real, A ti te rendirán el homenaje que te deben. Esta reina que puede llamar rey a su padre, ¿Solo brilla ella en su vestido? No, también la ropa interior y todo lo que lleva puesto. El oro es la materia divina del arte de la moda. Traída al rey en vestidos de finos bordados, seguida por sus compañeras doncellas. Con ellas, a quienes más favor se les asignará, en un lugar más cercano pasarán sus días felices.

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