Orando los Salmos con Agustín y Amigos

Capítulo 3: Salmos 39–59

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Salmo 47 con Agustín – Imitando la fe de Abraham Escogió para nosotros una heredad que es el orgullo de Jacob, a quien amó (v. 4). Esaú nació primero, y Jacob último; pero Jacob fue preferido al primogénito, quien por glotonería perdió su primogenitura. Así está escrito: Él anhelaba el guiso, y su hermano le dijo: “Véndeme primero tus derechos de hijo mayor” (Gén 25:31). Esaú amaba lo que deseaba su apetito más que lo que había ganado al nacer primero, por eso dejó a un lado su primogenitura. Los nobles de los pueblos se reúnen con el pueblo del Dios de Abraham (v. 9). El Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. Por eso los judíos decían con orgullo: “Nuestro padre es Abraham” (Juan 8:39), enorgulleciéndose del nombre de su padre, llevando su lado humano, pero sin mantener su fe. Pero el Señor les dijo: “Si fueran hijos de Abraham, harían lo mismo que él hizo” (Juan 8:39). De nuevo, se han reunido los nobles de las naciones: no los nobles de un pueblo, sino los nobles de todos los pueblos. A estos nobles pertenecía también aquel Centurión, de quien oísteis hablar cuando se leyó el Evangelio. Porque era un Centurión con honor y poder entre los hombres. Admirando su fe, Jesús denuncia la incredulidad de los judíos. “Les digo que muchos vendrán del oriente y del occidente”, que no pertenecen a la nación de Israel, “y participarán en el banquete con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los cielos” (Mat 8:11). No son descendientes de Abraham; sin embargo, vendrán y se sentarán con él en el reino de los cielos, y serán sus hijos. ¿Cómo? Siguiendo su fe. “Pero a los súbditos del reino”, es decir, los judíos, “se les echará afuera, a la oscuridad, donde habrá llanto y crujir de dientes” (Mat 8:12). Los nacidos de la carne de Abraham serán condenados a las tinieblas exteriores, y los que hayan imitado la fe de Abraham se sentarán con él en el reino de los cielos.

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