Para la Proxima Generacion
Secc i ón I : Comprend i endo E l I ns t i tuto Mi n i s ter i a l Urbano 23
están obligadas a expresar su amor y afecto hacia Dios en formas coherentes con sus propias costumbres y prácticas.
Sin lugar a dudas, la obra de Dios en Cristo fue realizada en nombre de todos los pueblos del mundo y toda la creación misma. En decenas de miles de las culturas humanas, las buenas nuevas del amor de Dios han sido comunicadas, consagradas y reproducidas. En cada cultura donde el Espíritu ha trasladado a otros a confiar en Cristo, los creyentes aprenden y confiesan la verdadera fe, el evangelio de la salvación, que ha dado origen a la salvación cristiana y las comunidades de los confines de la tierra en todo el mundo. Esta libertad de expresión y la encarnación de Cristo en la cultura son esenciales para que los miembros de un grupo de personas confiesen y obedezcan a Cristo como Señor de todo. Mientras que el evangelio se ha distribuido libremente a través del mundo, no ha cambiado, y su mensaje básico permanece inalterado y no adulterado. Ninguna generación de creyentes es libre de modificar el mensaje de la visión bíblica del Reino de Dios; ese mensaje es fijo e invariable. Sin embargo, también con mucho gusto afirmamos que nuestra identidad evangélica formada en el evangelio permite y exige que hagamos todo lo que sea posible para dar expresión plena y fresca al significado del evangelio de Jesucristo en el contexto de nuestra cultura y comunidad. Hoy, la iglesia evangélica contemporánea se encuentra impactada y situada en y por la era de la postmodernidad, la religión civil, el hedonismo, el pragmatismo y el egocentrismo. Estos vientos culturales de compromiso y de cámbialo todo (hasta cierto punto) han influido en la adoración y servicio del cuerpo de Cristo en nuestras diversas tradiciones y expresiones culturales de nuestra fe. Estos desafíos requieren un nuevo descubrimiento y re-apropiación de la fe una vez por todas entregadas al pueblo de Dios. Para hacer frente a estas amenazas y aprovechar nuestras oportunidades presentes, debemos buscar que sea transformado, renovado y ampliado por la historia cristiana a fin de dar un testimonio más cierto de Cristo y su reino. Una de las más ricas fuentes de transformación y una renovada fe y discipulado radica en nuestra recuperación de la Gran Tradición, es decir, las doctrinas, prácticas y estructuras empleadas por la antigua iglesia que buscaron dar expresión a la verdad sobre Jesucristo. La fe
¿De qué espíritu somos?
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