Para la Proxima Generacion
Secc i ón I : Comprend i endo E l I ns t i tuto Mi n i s ter i a l Urbano 25
Sin lugar a dudas, la Iglesia antigua indivisible era una comunidad centrada en Cristo. La mayoría de sus concilios y credos tenían que ver con Su persona, Su obra y Su autoridad entre los suyos. Se gobernaron a sí mismos de acuerdo a una visión concejal de líderes que juraron fidelidad al Señor Jesús, la Iglesia antigua que definió la espiritualidad en términos de que el pueblo de Dios reviviera, volviera a representar, y que incorporara la vida y obra de Jesús en el bautismo en Cristo (catecumenado), el ritmo de la celebración del día del Señor, la práctica del año cristiano, y una espiritualidad compartida en común entre las iglesias. En lugar de sucumbir a la presión social, estos creyentes vivieron una fe que les ha permitido representar noblemente el Reino de Dios, en su tiempo descansa un fundamento y ejemplo a seguir para nosotros en la actualidad. Debido a esto, estamos convencidos de que una recuperación crítica de la Gran Tradición puede mejorar nuestra capacidad el día de hoy de dar testimonio del Reino en una sociedad agitada y perdida. Vamos a ser claros acerca de nuestros objetivos en este esfuerzo. Nuestra recuperación de la Gran Tradición no afirma ingenuamente que todo lo que la Iglesia creía y practicaba debería ser reproducida hoy, independientemente de lo que hicieron o lo que afirmaron. Por otra parte, tampoco le sugerimos que eran una comunidad perfecta. En nuestra opinión es errado y anti-bíblico abogar por un retorno nostálgico al simplemente repetir lo que hicieron de manera primate y no pensante. Eso va en contra de tanto, nuestra convicción bíblica como el espíritu de los de Berea que era noble (que incluso vetaron la enseñanza de Pablo el Apóstol con las Escrituras, comp. Hechos 17:11) y nuestro patrimonio protestante de ser reformados y siempre reformando. Realmente, nuestro tiempo es nuestro tiempo, y simplemente no podemos intentar volver a los “buenos tiempos” de comunidad original. Nos guste o no, hace ya más de 2,000 años se formó la Iglesia de Jesucristo y el Espíritu de Dios ha participado a lo largo de esa historia completa, con todos sus reductores de velocidad y magulladuras incluidas. En lugar de buscar un retorno nostálgico, deseamos aprender de la Gran Tradición con el fin de cumplir las tareas urgentes en esta hora. Estoy convencido de que el redescubrimiento de esta tradición puede fortalecer a los líderes urbanos y sus congregaciones a resistir las tentaciones de nuestro tiempo, y les ayuda a mantener la esperanza y el coraje en el rostro del mal social y espiritual. Por encima de todo, el hecho de abrazar la Gran Tradición puede permitir a todos los que
¿De qué espíritu somos?
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