Para la Proxima Generacion

Apénd i ce 311

debatidos textos sobre el “silencio” de la mujer en la iglesia (ver 1 Cor. 14 y 1 Tim. 2) en ninguna manera parecen debilitar la prominente función que las mujeres tuvieron en la expansión del Reino y el desarrollo de la Iglesia en el primer siglo. Las mujeres estaban envueltas en los ministerios de profecía y oración (1 Co. 11:5), instrucción personal (Hechos 18:26), enseñanza (Tito 2:4, 5), dando testimonio (Juan 4:28, 29), ofreciendo hospitalidad (Hechos 12:12) y sirviendo como colaboradoras con los apóstoles en la causa del evangelio (Flp. 4:2-3). Pablo no relegó a las mujeres a una función inferior o estado escondido, sino que sirvieron lado-a-lado con los hombres por la causa de Cristo: “Ruego a Evodia y a Síntique, que sean de un mismo sentir en el Señor. Asimismo te ruego también a ti, compañero fiel, que ayudes a éstas que combatieron juntamente conmigo en la causa del evangelio, con Clemente también y los demás colaboradores míos, cuyos nombres están en el libro de la vida” (Flp. 4:2-3). Aún más, debemos tener cuidado en subordinar la persona de la mujer per se (es decir, su naturaleza de mujer) versus su función de subordinada en la relación matrimonial. No obstante la clara descripción de la función de las mujeres como coherederas de la gracia de la vida en la relación matrimonial (1 Pe. 3:7), también es claro que el Reino de Dios ha traído un dramático cambio sobre cómo las mujeres deben ser vistas, entendidas y aceptadas en la comunidad del reino. Es obvio que ahora en Cristo no hay diferencia entre el rico y el pobre, judíos y gentiles, bárbaros y escitas, esclavos y libres, como tampoco entre hombres y mujeres (comp. Gál. 3:28; Col. 3:11). A las mujeres se les permitió ser discípulas de un Rabí (quien era extranjero y rechazado en el tiempo de Jesús), y tuvieron prominentes papeles en la iglesia del Nuevo Testamento, como ser colaboradoras lado a lado con los apóstoles en el ministerio (por ej., Evodia y Síntique en Fil 4:1 y sig.), como también teniendo una iglesia en sus casas (comp. Febe en Rom. 16:1-2 y Apia in Flm. 1:2). En relación al asunto de la autoridad pastoral, yo estoy convencido que el entendimiento de Pablo de la función de equipar (de lo cual la función de pastor-maestro es uno de ellos, comp. Ef. 4:9-15) nada tiene que ver con el género. En otras palabras, el texto primario y decisivo para mí sobre la operación de los dones y el estado y función del oficio, son los textos del Nuevo Testamento que tratan sobre los dones (1 Cor. 12:1-27; Rom. 12:4-8; 1 Pe. 4:10-11 y Ef. 4:9-15). No hay indicación en ninguno de estos textos formativos que los dones son de acuerdo al género. En otras palabras, para que el argumento

en el ministerio

El papel de las mujeres

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