Pelea La Buena Batalla de la Fe

 • Pelea la buena batalla de la fe: Haciendo su parte en el drama desplegado de Dios

3. “La clave para el éxito en la lucha es la perseverancia. Su primera y última lección es nunca darse por vencido”. Al hablar de las luchas entre la carne y el Espíritu con los creyentes de Galacia, Pablo resume su enseñanza de esta manera: Gálatas 6:7-10 – No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna. No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos. Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe. Pablo dice que no debemos cansarnos de hacer el bien. En otras palabras, no debemos renunciar antes de que obtengamos nuestras metas, espiritualmente hablando. Él prometió a los creyentes de Galacia que iban a cosechar los frutos de su sacrificio si no se daban por vencidos. Todo en su guerra dependía de ellos practicando lo que habían llegado a conocer, poner en práctica las lecciones de fe que Pablo les había enseñado. Si se negaban a renunciar, les prometió que iban a cosechar los frutos de su esfuerzo. Al pensar en usted mismo, ¿qué cosas le causan más problemas, que se las causan, más que nada, querer renunciar, ceder y renunciar de luchar? ¿Qué puede hacer para asegurarse de “mantenerse en la lucha” y resistir la tentación de renunciar y ceder ante el pecado, la mentira, y la tentación? Sí, por la fe que ha sido liberado del reino de las tinieblas, y se le ha trasladado al reino de nuestro Señor Jesucristo. Debido a esto, usted es un guerrero espiritual, un soldado de Cristo, un enemigo de las fuerzas “cósmicas” de este mundo de oscuridad. Aunque estos enemigos quieren atrapar y perjudicar a través de sus mentiras, falsedades y engaños, se puede aprender, por la fe y la práctica, a discernir y derrotarlos. Mediante la práctica constante puede aprender a distinguir entre lo que es bueno y lo que es malo (Heb. 5:11-14). No tenga miedo. Al ponerse la armadura de Dios, aprenda las verdades de la Escritura, y viva en consonancia con el testimonio de Dios acerca de nosotros mismos, maduraremos.

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