Plantando iglesias entre los pobres de la ciudad: Una antología de recursos de plantación de iglesias urbanas

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Érase una vez Comprendiendo nuestro lugar de Iglesia en la historia de Dios Rev. Dr. Don L. Davis

Tic-tac, tic-tac – ¿Puede sentirse parte en la historia (su Historia) del SEÑOR?

Nuestra temporalidad es una característica de toda humana experiencia. Nosotros sabemos que una familia obtiene identidad y profundiza su existencia celebrando aniversarios y por saber como celebrar bien los acontecimientos que marcan la historia de la familia. Los nacimientos son celebrados con rituales especiales y fiestas; pero así también en familias sanas, hay recordatorios de muertes, transiciones, y los personajes y acontecimientos de la vida familiar. En una familia a las reuniones de comidas son traídas, y se cuentan las historias de nuestros abuelos, tíos y tías, las canciones y entretenimientos se llevan a cabo, y las memorias son recitadas y traídas a la realidad. Comiendo y bebiendo juntos en una familia toma tiempo. En cada vida nosotros vamos comprendiendo ciertos temas solamente después que hemos celebrado un cumpleaños, después de los funerales, con todos los niños en casa y con todos ellos lejos, y durante las sutiles estaciones cambiantes de nuestras vidas. Cuánto más, entonces, es nuestro comer y beber en la Mesa del Señor y nuestro canto y oyendo la palabra de Dios de esta manera. El sentido de nuestra comida eucarística se hace profundo en la medida que maduramos en los tiempos y lugares donde se llevan a cabo esta clase de reuniones. La manera de los cristianos en que mantienen tiempo – o no mantienen el tiempo – es una expresión teológica de lo que es recordado y vivido. “¿Por qué siguen llegando, domingo a domingo, año tras año, sólo para oírme predicar, cantar las mismas canciones y a orar juntos?” Esta pregunta sorprendente de un pastor asediado abre nuestro tema a la cuestión real de la fe congregacional y de la vida. ¿Por qué, de hecho, los cristianos continúan, con el tiempo, para reunirse con tal regularidad? ¿Obligación? ¿Costumbre? ¿O podría ser que ellos busquen una manera de abrir su vida temporal a Dios – una búsqueda, tal vez, para la auténtica transformación? La respuesta es: todo lo anterior.

~ Doug E. Sailers. “ The Origins of the Church Year .” [“Los orígenes del Calendario de la Iglesia”]. Robert Webber., ed. The Services of the Church Year .

[Los servicios del Calendario de la Iglesia]. Nashville: Star Song Pub. Group, pág. 92.

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