Practicando el Liderazgo Cristiano, Libro de Notas del Estudiante, SW11
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P R A C T I C A N D O E L L I D E R A Z G O C R I S T I A N O
A P É N D I C E 2 0 El papel de la mujer en el ministerio Rev. Dr. Don L. Davis
Si bien es cierto que Dios ha establecido dentro del hogar un orden claramente diseñado, es igualmente claro que las mujeres son llamadas y dotadas por Dios, dirigidas por su Espíritu para dar fruto digno de su llamamiento en Cristo. A través del NT, hay mandamientos para las mujeres a someterse, con el verbo griego jupotásso , que ocurre con frecuencia con el significado de “colocarse bajo” o “someterse” (comp. 1 Ti. 2.11). La palabra traducida al español como “sujeción” proviene de la misma raíz. En tales contextos estas expresiones griegas no deben entenderse en ninguna otra forma que una positiva amonestación acerca del diseño de Dios para el hogar, donde las mujeres son amonestadas a aprender en silencio y sumisamente, confiando y laborando dentro del propio plan de Dios. Sin embargo, esta orden a la mujer de sumisión en el hogar, no debe ser malinterpretada como que a las mujeres no se les permite ministrar sus dones bajo la dirección del Espíritu. Ciertamente, es el Espíritu Santo por medio del otorgamiento lleno de gracia de Cristo quien asigna los dones según su voluntad para la edificación de la Iglesia (1 Co. 12.1-27; Ef. 4.1-16). Los dones no son otorgados a los creyentes bajo el criterio del género; en otras palabras, no hay indicios en las Escrituras que algunos dones son solamente para los varones y otros reservados para las mujeres. Por el contrario, Pablo afirma que Cristo proveyó dones como un directo resultado de su propia victoria personal sobre el diablo y sus esbirros (comp. Ef. 4.6 y sig.). Esa fue su decisión personal, dados por su Espíritu a quienquiera que Él lo desee (comp. 1 Co. 12.1-11). En la afirmación del ministerio de las mujeres, nosotros afirmamos el derecho del Espíritu de ser creativo en todos los santos para el bienestar de todos y la expansión de su Reino, según le parezca a Él, y no necesariamente como lo determinemos nosotros (Ro. 12.4-8; 1 Pe. 4.10-11). Además, un cuidadoso estudio de la totalidad de las Escrituras, indica que la orden de Dios para el hogar de ninguna manera debilita su intención para que el hombre y la mujer le sirvan juntos a Cristo como discípulos y obreros, bajo la dirección de Cristo. La clara enseñanza del NT de Cristo como cabeza del hombre y el hombre de la mujer (véase 1 Co. 11.4) muestra el aprecio de Dios de una representación espiritual piadosa dentro del hogar. La aparente prohibición a las mujeres de tener posición de enseñanza/de gobierno parece ser una amonestación para proteger las líneas designadas por Dios de responsabilidad y autoridad dentro del hogar. Por ejemplo, el término griego particular en el muy debatido pasaje de 1 Timoteo 2.12, andrós , que con frecuencia ha sido traducido
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