Raíces Sagradas

fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección.

El poder del bautismo cristiano es nuestra relación con Jesucristo, nuestra identificación con su historia, con su vida, muerte, sepultura y resurrección, y un día no muy lejano, con su gloria. Ser cristianos significa, por el resto de nuestras vidas, una unión y una unidad con Cristo, una participación en su vida. Su vida sería nuestra vida y su propósito nuestro propósito. El año litúrgico es un medio antiguo por el cual la Iglesia a través de los siglos se ha identificado con la historia de Dios en Cristo. A través de los ritmos y las celebraciones del año litúrgico, los creyentes han recordado, reflexionado y participado en la vida de Jesucristo a través de la historia. Esta participación puede ser vista como una forma de vivir las implicaciones de nuestras vidas bautizados, de los votos y la confesión que hicimos cuando reconocimos nuestra unión con Cristo y su pueblo. LA Formación Espiritual a través de las Estaciones del año litúrgico A fin de ver esta conexión e integración de nuestra vida con Cristo a través del año litúrgico (también llamado calendario cristiano, año cristiano y año litúrgico), sería de gran ayuda caminar brevemente a través del calendario. Es un medio para dar cuerpo a nuestra unión con la historia de Cristo Jesús de manera personal o colectiva, en el contexto de nuestra adoración y servicio, reconociendo nuestra identificación con él a través de los eventos de su vida. El año litúrgico se divide en dos ciclos. El primero se llama el “ciclo de luz”, que incluye las estaciones de Advenimiento, Navidad y Epifanía; y el segundo se llama el “ciclo de vida”, que incluye las estaciones de Cuaresma, Semana Santa, Pascua y Pentecostés. Estos dos ciclos comienzan en diciembre y terminan en noviembre, y se centran en las distintas etapas asociadas con la promesa, la obra y la segunda venida de Jesucristo para la salvación.

El primer ciclo se inicia con nuestro recuerdo de la promesa de Dios de enviar al Mesías ( Advenimiento ), que anticipamos y afirmamos en el contexto de nuestras

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