Raíces Sagradas

V i v i r l a V i d a B a u t i z a do

través de ella la Iglesia primitiva incorporó al nuevo converso y al penitente dentro del cuerpo de Cristo no meramente como una profesión tomada a la ligera que esencialmente operó como un seguro contra incendios en contra de la ira del infierno. La meta era tener una identificación con Cristo y su pueblo, no solamente escapar del juicio del infierno. Más que eso, ser cristiano era un llamado a estar identificado con el Nazareno a tal punto que los eventos de su vida, en toda su riqueza y misterio, de alguna manera, por fe, se conviertan en nuestros propios eventos. Este es el significado del año litúrgico para la formación espiritual. Por supuesto, mientras adoramos siguiendo los acontecimientos de Jesús a través de los años, compartimos juntos las mismas celebraciones, lecturas y servicios. Pero, mucho más que esto, realmente también venimos a participar en la vida misma de aquel que es el único que vino al mundo por mandato del Padre, y que ahora es el modelo para todo auténtico fervor y gozo espiritual. Gracias a Dios por la ordenanza del bautismo, pues en él llegamos a reconocer nuestra identificación plena y total con la persona de Cristo. A través del año litúrgico, la identificación que tuve con Cristo en el bautismo puede ser renovada, afirmada y disfrutada todos los días de mi vida.

Cristo es mi Salvador, es mi vida.

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