Raíces Sagradas

pueblo de Dios se reunía recordaba también nuestras raíces comunes y abrazaba su propia identidad.

Ya sea en Israel o en la Iglesia primitiva, sus observancias llevaron a los hogares las lecciones de las obras salvíficas de Dios en la historia, y más concretamente en la Iglesia, el regalo de la vida a través de la persona de Jesucristo. Estos enfoques sirvieron para que ellos profundizaran su afecto y devoción a través de una celebración disciplinada. Como cristianos, las celebraciones del año litúrgico nos arraigan en la antigua fe cristiana, la cual veía cómo todas las cosas se cumplían en la persona de Jesús de Nazaret. Estas celebraciones nos conectan con el movimiento cristiano en todo el mundo, es decir, con cientos de millones de otros creyentes que siguen siendo moldeados por la historia de Dios que culmina en Cristo, y cuyas vidas anhelan con determinación el retorno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Exprese en la práctica su Lealtad a La Historia de Dios a través de la Liturgia y el Calendario Cristiano La liturgia y el Calendario Cristiano (año litúrgico) nos permite marcar el tiempo de forma diaria, semanal, mensual y anual. El Señor Jesucristo es la fuente de nuestra edificación y vida espiritual. El año litúrgico en sí mismo, no contiene ningún poder espiritual o gracia para nosotros. Más bien, nuestra fuente de fortaleza y vida es siempre el Cristo vivo , y el año es un medio para hacer esa conexión real. En nuestra adoración, cantamos y proclamamos la obra de Dios en la creación, la redención y la recreación, todo centrado en la persona de Cristo. En el año litúrgico, caminamos juntos en una peregrinación espiritual a través de la vida de Cristo, a través del corazón de la historia bíblica de Dios en Cristo. Ni nuestro culto, ni nuestra formación espiritual necesitan estar asociados a una experiencia mística, teológica y filosófica, ni a liturgias específicas. Más bien, seguir los eventos de la vida de Jesús es un medio para poner nuestro afecto en las cosas de arriba, en el flujo y contexto natural de nuestros horarios y días. Marcar el tiempo nos permite a todos compartir el mismo viaje, leer los mismos textos, meditar sobre los mismos temas, estar en un terreno común y sentarse en la misma mesa. A partir de nuestra asamblea reunida, podemos organizar el culto en torno al propósito divino de redimir a su creación. A través de las estaciones del año litúrgico afirmamos a Jesús como el Cordero reinante, nuestro Christus

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