Raíces Sagradas
candelero para alumbrar toda la casa, así también nosotros, como pueblo de Dios, debemos encender las lámparas en medio de la oscura ciudad. Dejemos que nuestras luces brillen delante de otros para que vean nuestras buenas obras y glorifiquen al Padre (Mt. 5:14-16). La comunidad cristiana, las asambleas de creyentes dirigidas por pastores y líderes piadosos, representan la vanguardia del Reino de Dios en la ciudad hoy en día. Si este análisis es verdadero, entonces en última instancia, todos los esfuerzos misioneros deben enfocarse en identificar y facultar a líderes piadosos que sirvan entre distintos pueblos no alcanzados que serán facultados por el Espíritu para continuar la obra, para proteger el rebaño de Dios que Cristo ha comprado con su propia sangre. Este es nuestro mandato y nuestra carga. ¿Por qué nuestras Raíces Sagradas son de Carácter Integral para las Misiones Urbanas Hoy en día? Como personas llamadas a desarrollar líderes cristianos urbanos, hemos tratado de empezar por el principio. La historia de Dios es anterior a cualquier tipo de misión, y la defensa histórica que la Iglesia ha hecho acerca de la verdad del evangelio es el corazón de todo el discipulado y misión cristianos. Desde el comienzo de nuestra obra hemos tratado de estar en sintonía con el llamado de Dios y su propósito soberano de facultar a sus siervos y su pueblo para hacer su voluntad. Como personas comprometidas con el mandato evangélico de nuestra fe (es decir, la necesidad de proclamar las buenas nuevas a todos los grupos de personas que aún tienen que oír), hemos afirmado principios fundamentales de todo ministerio apostólico genuino. Dios el Espíritu Santo llama a hombres y mujeres a cruzar barreras y declarar las buenas nuevas a los perdidos (Hch. 13:1-3). Estas personas particularmente dotadas y llamadas, son un regalo de parte del Señor para la obra en favor de su pueblo, la Iglesia. Han sido dotados con dones y llamados por el Espíritu para equipar a los santos para la obra del ministerio (Ef. 4:11-12). Por otra parte, estos hombres y mujeres llamados por Dios no son forjados por ingenio u obra humanas. Aquellos discípulos de Jesús que provienen de la ciudad que están encargados de las buenas nuevas como fieles embajadores y ministros de la reconciliación, son el fundamento de la misión.
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