Raíces Sagradas
apóstoles y las estructuras de la adoración en el culto, lo cual llevó a sus miembros (muchos de los cuales eran pobres y oprimidos) hacia una esperanza viviente y a la presencia misma de Cristo. Más allá de cualquier duda, la Iglesia antigua indivisible era una comunidad centrada en Cristo. La mayoría de sus concilios y credos tenían que ver con la persona, la obra y la autoridad de Cristo entre su pueblo. Gobernándose a sí mismos de acuerdo a una visión conciliar de líderes que juraron fidelidad al Señor Jesús, la Iglesia antigua definió la espiritualidad en términos del pueblo de Dios que revive, reactiva y encarna la vida y la obra de Jesús mediante el bautismo en Cristo ( catecismo ), la celebración del día del Señor, la práctica del Calendario Cristiano (o año litúrgico) y una espiritualidad compartida entre las iglesias. Más que sucumbir a la presión social, estos creyentes vivieron una fe que les permitió representar noblemente al Reino de Dios en su época y establecer un fundamento y un modelo a seguir para nuestros días. Debido a esto, estamos convencidos de que intentar recuperar la Gran Tradición puede mejorar nuestra capacidad para testificar del Reino en nuestros días, en medio de una sociedad perturbada y perdida. Seamos claros con nuestros propósitos en este esfuerzo. Nuestro intento por recuperar la Gran Tradición no afirma ingenuamente que todo lo que la iglesia primitiva creía y practicaba debe ser reproducido en el día de hoy, independientemente de lo que en sí mismo afirmó e hizo. Por otro lado, tampoco estamos sugiriendo que ellos eran una comunidad perfecta. En nuestra opinión, es erróneo y no bíblico abogar irreflexivamente por una actitud simplista de repetir cualquier cosa que la iglesia primitiva haya hecho. Eso va en contra de nuestra convicción bíblica de que el espíritu de los de Berea era noble (quienes incluso vetaron las enseñanzas del apóstol Pablo, yéndose en contra de las Escrituras, comp. Hechos 17:11) y de que nuestra herencia protestante debe ser reformada y siempre debe reformar. Ciertamente, nuestro tiempo es nuestro tiempo, y no podemos meramente intentar volver a "los buenos y viejos días" de aquella comunidad primitiva. Nos guste o no, han pasado más de 2,000 años desde que la Iglesia de Jesucristo fue formada; y el Espíritu de Dios ha estado activo a lo largo de toda la historia, con todos los topes y golpes incluídos.
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