Raíces Sagradas
¿ D E C U Á L E S P Í R I T U S OMO S ?
Uno de los recursos más ricos para la transformación y para una fe y un discipulado renovados, se basa en nuestro intento de recuperar la Gran Tradición. Es decir, aquellas doctrinas, prácticas y estructuras empleadas por la Iglesia antigua para tratar de dar una buena expresión de la verdad de Jesucristo. La fe y la práctica de la Iglesia antigua sirven como la fuente autoritativa de todas nuestras distintas denominaciones y prácticas. En términos de tiempo, la Gran Tradición se puede medir a partir del período comprendido entre la época de Cristo hasta mediados del siglo quinto. Esta tradición "sobre la cual descansan todas las expresiones cristianas", intentó fielmente articular, expresar y defender encarnacionalmente lo que los apóstoles nos transmitieron respecto a su enseñanza, su adoración, su discipulado y su experiencia. La Gran Tradición es la fuente de nuestro énfasis organizacional y denominacional; y representa el fundamento de todo pensamiento contemporáneo y sus prácticas. Desde sus orígenes, los cristianos han creído, han adorado y han dado testimonio de la misma historia que se esboza en las Escrituras. Para nosotros, el Dios que creó, el que pactó con Abraham, quien redimió a Israel y que se encarnó en la persona de Cristo, es verdaderamente el Dios de la Iglesia y de todos los creyentes en Jesucristo. ¿Por qué debemos prestar atención a la Iglesia antigua? ¿Estamos haciendo nuestro propio intento de redescubrir la práctica de la Iglesia del Nuevo Testamento, dejando a un lado la historia e ignorando la manera en que el Espíritu ha obrado en la Iglesia a través de los siglos? No. Nuestro intento de comprender nuestras raíces comunes, no es rechazar lo que el Espíritu Santo ha hecho -y sigue haciendo- en y a través de la Iglesia en la historia. Más bien, estamos sugiriendo que redescubrir nuestras raíces comunes nos pueden permitir encontrar las mejores maneras de reafirmar nuestra verdadera identidad espiritual y comunicar el evangelio a nuestros vecinos en la actualidad. Como una iglesia apasionadamente transformada por la presencia del Cristo resucitado, la Iglesia antigua indivisible soportó los desafíos del cisma, la herejía, el dominio imperial y la inmoralidad de la sociedad. Superaron el sensible ataque engañoso de los gnósticos (esa herejía antigua que ponía en duda la naturaleza humana de Cristo), y resistieron al avance de una serie de herejías viciosas diseñadas para socavar la claridad y la verdad del evangelio. Los primeros cristianos desarrollaron una fe que resumió y defendió la enseñanza de los
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