Raíces Sagradas

contemporánea, lleva en sí mismo nuestra capacidad de redescubrir nuestras raíces comúnes, esas raíces sagradas de la teología, de la adoración, el discipulado y la evangelización de la Iglesia antigua indivisible. Esta es la Iglesia que precede a los diversos cismas y divisiones que han marcado nuestra práctica histórica eclesial a través de los siglos. A esta Iglesia le debemos nuestras creencias más fundamentales como creyentes en todo el mundo; y ella nos ofrece la oportunidad para renovar nuestra fe, la cual se ha convertido a lo largo de los siglos en una fe dividida, provincial y sectaria. Si vamos a revitalizar nuestra visión y misión de la iglesia contemporánea, necesitaremos con seriedad, reverencia y profunda crítica, echar una mirada a nuestra historia común, a nuestras raíces sagradas. Una vez más, vemos hacia atrás y estudiemos nuestras raíces, no con deseos de ver esos “buenos viejos tiempos” de aquella iglesia primitiva que carecía de problemas; o como un intento ingenuo e inútil de, incluso, imitar su viaje heróico de la fe. Por el contrario, con una mirada crítica en la historia, un espíritu devoto de respeto por la Iglesia antigua y un profundo compromiso con las Escrituras, buscamos redescubrir nuestras Raíces Sagradas ; es decir, la Gran Tradición de la ortodoxia cristiana que representa esa simiente de nuestra fe histórica, y de una fe nueva, auténtica y contemporánea. Lo que está en juego en este intento de recobrar nuestras raíces, no es más que una espiritualidad vital que afirma y encarna las creencias y prácticas fundamentales de la Iglesia en todo el mundo; una espiritualidad que también evita las terribles divisiones que se han dado en la historia de la iglesia y las rupturas de la iglesia contemporánea. Ya que creemos que deberíamos echar un vistazo a la Iglesia primitiva o que estamos lo suficientemente convencidos de que debemos recuperar la Gran Tradición, para la renovación de nuestras iglesias de hoy, ¿qué es lo que exactamente pretendemos recuperar? ¿hacia dónde debemos volver? ¿Cómo debe darse tal recuperación? ¿Vamos a aceptar sin crítica todo lo que la Iglesia antigua dijo e hizo como “evangelio”, tocante a su pensamiento y práctica de decir la verdad, simplemente porque estaba más cerca en tiempo y lugar de los acontecimientos sorprendentes de Jesús de Nazaret? ¿Es su contenido, por ser antiguo, “una verdad esencial” en sí misma?

Mi respuesta inequívoca es ¡no!. No debemos mirar a los primeros cinco siglos de la fe como una especie de "zona libre de herejía e inmoralidad" que sugiere que lo

28

Made with FlippingBook - Online catalogs