Raíces Sagradas

Y E NDO HA C I A D E L AN T E , M I R ANDO HA C I A A T R Á S

que se dijo e hizo no puede ser criticado o revisado. Tampoco deberíamos sugerir que algo que es viejo sea verdaderamente bueno. La verdad es más que afirmaciones antiguas; la verdad fue encarnada en la persona de Jesús de Nazaret y las Escrituras hacen una afirmación autoritativa del significado de su revelación y salvación en la historia. No podemos aceptar las cosas simplemente porque éstas fueron hechas en el pasado. Al contrario, la Gran Tradición nos anima a que seamos críticos, para que podamos “contender por la fe que ha sido una vez dada a los santos” (Judas 3), para abrazar la tradición recibida de los apóstoles que estaba enraizada en la interpretación de las Escrituras, y expresada en las confesiones cristianas. Mientras Tjorhom ofrece su propia lista de diez elementos teológicos de la Gran Tradición que, bajo su consideración, son dignos de una reinterpretación, 3 yo creo que hay siete claras dimensiones de la fe cristiana que debemos tratar de comprender. Desde el punto de vista bíblico y espiritual, creo que estas dimensiones pueden ayudarnos a entender lo que la Iglesia primitiva creía y lo que significaba para su adoración, su discipulado y su evangelización, en medio de la sociedad en la que vivían. Sin duda, estos creyentes defendieron nuestra fe; y con valentía testificaron de la promesa de salvación en medio de una generación pagana y maligna. A ellos se les dio la tarea de consolidar nuestro canon actual de las Escrituras, de definir nuestra teología (nuestra regla de fe) y de modelar una formación espiritual auténtica. El núcleo de nuestra fe y de nuestras prácticas actuales tiene sus raíces en las ideas y obras de esa Iglesia antigua; y merece un segundo vistazo.

Adaptando las nociones de Tjorhom sobre la Gran Tradición, he aquí una lista de las dimensiones esenciales que creo merecen ser rescatadas.

1. La tradición apostólica. La Gran Tradición tiene sus raíces en la tradición apostólica, es decir, el testimonio ocular y la experiencia de primera mano de los apóstoles respecto a la vida y la obra de Jesús de Nazaret, atestiguadas en

3 Ibíd ., págs. 27-29. Los diez elementos de Tjorhom están discutidos en el contexto de su obra, donde también aboga por los elementos estructurales y las aplicaciones ecuménicas de recuperar la Gran Tradición. Estoy totalmente de acuerdo con la orientación general de su argumento, que taL como yo lo creo, hace la afirmación de que un renovado interés y estudio de la Gran Tradición puede también renovar y enriquecer a la iglesia contemporánea en su adoración, servicio y misión.

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