Raíces Sagradas

Y E NDO HA C I A D E L AN T E , M I R ANDO HA C I A A T R Á S

importar su expresión cultural, en cada pueblo y lugar donde Cristo es adorado y glorificado, la Iglesia continúa encarnando y declarando las buenas nuevas al mundo. Como agente del Reino de Dios en la tierra, la Iglesia hace discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, enseñando los mandamientos de Cristo e incorporando a los creyentes en su cuerpo. Entiéndase que tratamos de recuperar la Gran Tradición desde una perspectiva evangélica (definida como un enfoque centrado en el evangelio, en Cristo y en las Escrituras). No creemos que cada pensamiento de cada Padre de la Iglesia debe ser equiparado con las Escrituras y la verdad, ni tampoco creemos que están vinculadas si no cumple con el estándar de la regla de Vicente: lo que siempre se ha creído por todos y en todas partes. Esta recuperación es muy fina. La esencia de la fe histórica ortodoxa no implica imitar todo lo que se dijo e hizo; sino más bien, busca nuevas formas de incorporar a nuestra teología, adoración, discipulado y evangelización, aquellas cosas enraizadas en lo sagrado, en las raíces comunes de nuestra fe. Nuestra recuperación siempre demandará una comprensión crítica de cómo su pensamiento encaja con las Escrituras, la ortodoxia y nuestra práctica. Dicho esto, sin embargo, este esbozo de las dimensiones de la Gran Tradición es lo que creo que simplemente debemos aprender y redescubrir. Estos principios representan las raíces comunes de la fe cristiana, que, practicados, pueden traer un avivamiento a muchas de nuestras divididas y confusas iglesias de nuestros días. La Gran Tradición está anclada en la tradición de los apóstoles. Sin embargo, ¿es en realidad toda la tradición una buena tradición? ¿cómo podemos saber la diferencia entre éstas? En nuestro próximo capítulo aprenderemos por qué la tradición es esencial para toda la fe bíblica y ortodoxa.

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